El riesgo país marca la diferencia entre la confianza y la incertidumbre internacional hacia Ecuador. Y su evolución en los últimos cuatro gobiernos refleja cómo las decisiones políticas y económicas pueden disparar o estabilizar la percepción de riesgo frente a los mercados.
Según el indicador EMBI del banco J.P. Morgan, cuando ese valor sube, el financiamiento externo se encarece; cuando baja, mejora el acceso a inversión. En Ecuador, este termómetro ha tenido picos críticos, como los más de 5.000 puntos durante el default de 2008, y mínimos históricos que reflejan periodos de estabilidad aparente.
Contexto técnico sobre el riesgo país
El riesgo país es un índice que compara los rendimientos de los bonos de países emergentes con los bonos del Tesoro de Estados Unidos, considerados de referencia por su bajo riesgo. En Ecuador, esta cifra ha estado directamente ligada a crisis como el terremoto de 2016, la pandemia del 2020, y la “muerte cruzada” decretada por Guillermo Lasso en 2023.
Desde el Ministerio de Economía y Finanzas se ha señalado que la caída actual del riesgo país —hasta 781 puntos al 15 de agosto de 2025— “es resultado de la estabilidad política, el acuerdo con el FMI y la racionalización del subsidio a los combustibles”.
Evolución por gobiernos (2007–2025)
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Gobierno de Rafael Correa (2007–2017)
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Default selectivo en 2008 elevó el riesgo país a 5.069 puntos.
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El mínimo fue 256 puntos en marzo de 2009.
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Factores clave: boom petrolero, default, recompra de bonos.
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Gobierno de Lenín Moreno (2017–2021)
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La pandemia elevó el indicador a 6.063 puntos (récord histórico).
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Inició con 470 puntos tras renegociaciones con China.
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Factores clave: protestas sociales, COVID-19, acuerdo con el FMI.
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Gobierno de Guillermo Lasso (2021–2023)
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En 2023, alcanzó los 2.018 puntos tras el asesinato de Fernando Villavicencio.
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Comenzó en 719 puntos por confianza del mercado.
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Factores clave: paros, “muerte cruzada”, crisis institucional.
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Gobierno de Daniel Noboa (2023–2025)
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Cerró 2023 con 2.059 puntos y bajó a 781 en agosto de 2025.
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Mejora atribuida a reformas fiscales y acuerdo con el FMI.
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Factores clave: déficit, inseguridad, reformas económicas.
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Algunos factores clave que inciden en el riesgo país
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Eventos políticos: protestas, elecciones anticipadas, decretos excepcionales.
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Crisis económicas o sanitarias: COVID-19, caída de precios del petróleo.
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Gestión fiscal: subsidios, gasto público, acuerdos internacionales.
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Relación con multilaterales: acuerdos con FMI, renegociaciones de deuda.
Comparativa histórica por gobiernos en Ecuador
El riesgo país es uno de los indicadores más sensibles en la economía de un país dolarizado como Ecuador. Cuando este índice sube, refleja la desconfianza de los mercados internacionales sobre la capacidad del Estado para pagar su deuda externa. Esto encarece el acceso a financiamiento, obliga a pagar tasas de interés más altas y desincentiva la inversión extranjera directa. Un riesgo país alto también repercute en la banca local, limitando el crédito para empresas y ciudadanos, y compromete la estabilidad macroeconómica.
En el caso de Ecuador, la evolución del riesgo país ha estado directamente influenciada por decisiones políticas, crisis externas y eventos internos. Desde el default selectivo de 2008 hasta la pandemia de 2020, el indicador ha registrado picos extremos. Durante la gestión de Daniel Noboa, tras alcanzar un máximo de 2.059 puntos en diciembre de 2023, cayó a 781 puntos en agosto de 2025, el nivel más bajo en tres años, gracias a acuerdos con el FMI y reformas fiscales. Esta mejora proyecta una imagen de recuperación, aunque aún se está lejos del promedio regional de países como Colombia (332 puntos) o Perú (160 puntos).
El siguiente gráfico muestra cómo se comportó el riesgo país entre los distintos mandatos. Los valores más bajos no siempre coinciden con la percepción ciudadana de estabilidad, pero sí con los criterios de los mercados internacionales.
Desde 2007 hasta 2025, el Riesgo País ha sido el reflejo de los aciertos, errores y coyunturas críticas que ha enfrentado el país. Si bien Ecuador ha logrado bajar este indicador en 2025 a niveles no vistos en tres años, el desafío es sostener esa tendencia con estabilidad política, reformas coherentes y, sobre todo, confianza interna que se traduzca en inversión externa.