¿Qué define una vida feliz? Para Arthur C. Brooks, académico de la Universidad de Harvard, la respuesta está en equilibrar acción y aceptación frente a lo incontrolable.
En una entrevista Brooks explicó cómo soltar lo que no podemos cambiar —desde desastres naturales hasta el futuro de los hijos— alivia la ansiedad y fomenta la paz interior, un mensaje relevante en tiempos de incertidumbre global. En un mundo que exige control sobre resultados, emociones y relaciones, Arthur C. Brooks ofrece una perspectiva transformadora: la felicidad no se logra dominando todo, sino aprendiendo a soltar con conciencia.
Uno de los ejemplos sobre la felicidad
Durante su entrevista con el podcaster Rich Roll, el académico ilustró esta idea con un ejemplo vívido: los incendios forestales que azotaron Los Ángeles en enero de 2025. En estas crisis, explicó, la prioridad es actuar —evacuar, proteger a los seres queridos, salvaguardar lo esencial—, pero una vez agotadas las acciones posibles, la paz surge de aceptar la incertidumbre del desenlace. “Haces todo lo que puedes, y luego te rindes”, afirmó Roll, una frase que Brooks respaldó como un pilar de su filosofía.
Este equilibrio entre acción y rendición también se aplica a la crianza. Muchos padres se angustian por el futuro moral o espiritual de sus hijos, deseando controlar sus decisiones. Brooks advierte que este control es ilusorio. En cambio, sugiere centrarse en lo que sí está en nuestras manos: ser un ejemplo auténtico. “Los niños aprenden más de lo que observan que de lo que se les impone”, afirmó, destacando que cultivar valores como la fe o el amor requiere presencia, no imposición.
El dolor y la pérdida
El manejo del dolor y la pérdida es otro ámbito donde esta filosofía cobra relevancia. Ante tragedias como la pérdida de un hogar o un ser querido, Brooks reconoce que el sufrimiento es inevitable. Sin embargo, propone una estrategia respaldada por la neurociencia: ayudar a otros puede aliviar el dolor propio. Estudios recientes muestran que el cerebro experimenta alivio emocional al dedicarse a mitigar el sufrimiento ajeno, transformando el vacío personal en una fuente de consuelo y propósito.
Curiosamente, Brooks también señala que pedir ayuda a otros puede fomentar su felicidad, reforzando la interdependencia humana. Brooks distingue entre rendirse y resignarse. Rendirse, en su visión, es un acto activo de aceptación que libera energía mental desperdiciada en lo incontrolable, permitiendo enfocarla en acciones significativas, como mejorar actitudes o fortalecer relaciones.
Para ilustrar la interdependencia, recurre a una metáfora: las secuoyas gigantes de California, cuyos raíces entrelazadas les permiten sobrevivir. De manera similar, los humanos dependemos unos de otros, y reconocerlo fomenta tanto dar como recibir ayuda con gratitud.
Las recompensas materiales
El académico también desmitifica la felicidad asociada a recompensas materiales, como dinero o prestigio. Aunque estas ofrecen cierta tranquilidad, no son la clave del bienestar. En cambio, Brooks identifica cuatro prácticas diarias de las personas más felices: practicar una fe o marco trascendental (como meditación o filosofía), fortalecer lazos familiares, cultivar amistades auténticas y encontrar significado en el trabajo. “Se toman en serio su trabajo y obtienen significado de él, creando valor y sirviendo a otros”, explicó.
Esta filosofía resuena con la célebre oración de la serenidad: “Valor para cambiar lo que podemos, serenidad para aceptar lo que no, y sabiduría para reconocer la diferencia”. En un contexto de ansiedad colectiva, las ideas de Brooks ofrecen una guía práctica para navegar la vida con mayor ligereza y propósito, invitando a canalizar esfuerzos donde realmente cuentan y a soltar el peso de lo que escapa a nuestro control. (10)