El telescopio ATLAS, operado por la NASA en Chile, identificó un objeto inusual el 2 de julio de 2025, bautizado como 3I/ATLAS. Este cometa interestelar, el tercero confirmado tras 1I/ʻOumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019), no está ligado gravitacionalmente al Sol, lo que significa que abandonará el Sistema Solar tras su paso.
Su detección ocurrió a 4,5 unidades astronómicas (670 millones de kilómetros), dentro de la órbita de Júpiter, a una velocidad récord de 220.000 km/h, la más alta registrada para un objeto en nuestro sistema estelar.
Observaciones adicionales confirmaron su naturaleza cometaria. Telescopios como el Deep Random Survey en Chile, el Lowell Discovery Telescope en Arizona y el Canada-France-Hawaii Telescope en Mauna Kea detectaron una coma (nube de gas y polvo) y una cola de 3 arcosegundos, características típicas de un cometa activo. Estas observaciones descartan que se trate de un asteroide puro, ya que el núcleo helado de 3I/ATLAS libera material que se sublima al acercarse al Sol.
Características y composición del cometa
El cometa presenta un núcleo helado rodeado de material que se vaporiza, generando su coma y cola. Observaciones espectroscópicas realizadas por el Canada-France-Hawaii Telescope confirmaron la presencia de hielo de agua, reforzando su clasificación como cometa. Sin embargo, su tamaño y brillo han generado debate. Inicialmente, su brillo sugirió un diámetro de 20 kilómetros, pero análisis posteriores indican que podría ser menor, dependiendo de su albedo (capacidad reflectante).
La trayectoria hiperbólica de 3I/ATLAS indica que proviene de otro sistema estelar, probablemente expulsado por interacciones gravitacionales. Su velocidad y trayectoria lo llevarán cerca de Venus, Marte y Júpiter, antes de salir del Sistema Solar para no regresar. Este comportamiento es consistente con objetos interestelares previos, como 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov, aunque la velocidad de 3I/ATLAS lo distingue como un caso excepcional.
Especulaciones sobre un origen artificial
El astrofísico de Harvard Avi Loeb ha planteado una hipótesis controvertida: 3I/ATLAS podría ser una sonda extraterrestre. En un artículo no revisado por pares, Loeb y su equipo destacan el brillo anómalo del cometa y la falta de ciertas emisiones espectrales típicas en algunas observaciones, sugiriendo una posible composición no convencional. Además, su trayectoria, que pasa cerca de planetas habitables, podría interpretarse como “diseñada” para observaciones. Loeb propone que maniobras inesperadas entre noviembre y diciembre de 2025, cuando el cometa esté detrás del Sol, podrían respaldar esta idea.
Reacciones de la comunidad científica
La hipótesis de Loeb ha sido recibida con escepticismo. Astrónomos como Samantha Lawler, de la Universidad de Regina, han calificado estas afirmaciones de “sin sentido”, argumentando que la evidencia apunta a un origen natural. La presencia de una coma y hielo de agua, junto con la trayectoria hiperbólica, son consistentes con un cometa interestelar, no con un objeto artificial. La comunidad científica subraya que afirmaciones extraordinarias requieren evidencia sólida, y hasta ahora, no hay datos que sugieran un origen tecnológico para 3I/ATLAS.
Contexto de los cometas interestelares
Los cometas interestelares son objetos raros que ofrecen una ventana al estudio de sistemas estelares lejanos. 1I/ʻOumuamua, descubierto en 2017, fue el primero en ser identificado, sorprendiendo por su forma alargada y falta de coma. 2I/Borisov, detectado en 2019, mostró características cometarias claras, similares a las de 3I/ATLAS. Estos objetos son valiosos porque transportan material de otros sistemas estelares, permitiendo a los científicos analizar su composición y origen.
El descubrimiento de 3I/ATLAS refuerza la importancia de los sistemas de monitoreo como ATLAS, diseñados para detectar objetos cercanos a la Tierra. Su capacidad para identificar cometas interestelares destaca el avance de la tecnología astronómica y su rol en la comprensión del cosmos. A medida que 3I/ATLAS se acerque al Sol, los telescopios seguirán recopilando datos para precisar su tamaño, composición y trayectoria.
Próximos pasos en la observación
Entre noviembre y diciembre de 2025, 3I/ATLAS estará detrás del Sol, lo que dificultará su observación directa. Sin embargo, los astrónomos planean usar esta oportunidad para monitorear posibles cambios en su trayectoria o comportamiento. Si el cometa mostrara maniobras inexplicables, como sugiere Loeb, se requerirían análisis exhaustivos para descartar efectos naturales, como la sublimación de gases que alteren su curso.
Por ahora, la comunidad científica se centra en recopilar datos para confirmar su naturaleza cometaria.El paso de 3I/ATLAS por el Sistema Solar es una oportunidad única para estudiar un objeto interestelar. Su velocidad récord y trayectoria hiperbólica lo convierten en un caso de estudio clave, independientemente de las especulaciones sobre su origen. Los próximos meses serán cruciales para desentrañar los misterios de este viajero cósmico.