En un mundo dominado por móviles, tablets y computadoras, surge una pregunta clave: ¿cuántas horas frente a una pantalla son realmente seguras? La respuesta no solo depende de la edad, sino también de la conciencia sobre los riesgos visuales y emocionales que implica abusar de estos dispositivos.
El doctor Andrés Molina, oftalmólogo del Centro Integral de Salud Visual, explica que el ojo humano no está diseñado para mirar de cerca durante tantas horas seguidas, algo que ocurre a diario en colegios, trabajos y tiempo de ocio. “El uso excesivo de pantallas favorece la miopía, el ojo seco y hasta dolores de cabeza crónicos. También está vinculado a mayor ansiedad y peor calidad del sueño”, señala Molina.
Horas recomendadas para las pantallas
Los oftalmólogos y pediatras coinciden en algunas cifras orientativas.
- Menores de 2 años: nada de pantallas (excepto videollamadas breves).
- Niños de 2 a 5 años: máximo 1 hora diaria, siempre acompañados de un adulto.
- Niños de 6 a 12 años: entre 1 y 2 horas de ocio digital, fuera de tareas escolares.
- Adolescentes y adultos: intentar que el uso recreativo no pase de 4 a 5 horas.
Además, recomiendan la regla 20-20-20: cada 20 minutos mirar un objeto a 20 pies (unos 6 metros) durante al menos 20 segundos, para relajar la vista.
Consecuencias del uso excesivo de pantallas
Más allá del impacto visual, el abuso de pantallas puede alterar el sueño por la exposición a la luz azul, dificultando el descanso. También aumentar el riesgo de ansiedad, depresión y aislamiento social. Además, hay una consecuencia social que es muy común: reemplazar actividades físicas o juegos al aire libre, importantes para el desarrollo infantil, por pasar tiempo en pantallas.
La OMS advierte que para 2050 la mitad de la población mundial podría ser miope, en gran parte por hábitos digitales y falta de exposición a la luz natural.
Cómo prevenirlo
Ante todo el impacto que causa el estar expuesto a pantallas gran parte de nuestro día, el doctor Molina recomienda:
- Establecer “zonas libres de pantallas” en casa, como el comedor o los dormitorios.
- Ajustar brillo y tamaño de letra para reducir esfuerzo ocular.
- Realizar actividades al aire libre al menos dos horas diarias en el caso de los niños.
- Usar filtros de luz azul, sobre todo al anochecer.
“El problema no es la tecnología, sino cómo y cuánto la usamos”, resume el especialista. Las pantallas llegaron para quedarse, pero también lo hicieron los riesgos asociados a su abuso. Enseñar a los niños —y recordarnos a los adultos— que el descanso visual y la desconexión son tan importantes como la conexión misma es clave para proteger nuestra salud a largo plazo.