El cambio climático está cambiando los ecosistemas marinos de Manabí, con efectos en las poblaciones de peces y los patrones de pesca.
Este fenómeno global, junto con la sobrepesca y la contaminación, impacta tanto a la pesca artesanal como a la industrial, generando desafíos económicos y obligando a la industria a adaptarse. El atún, especie migratoria clave y pilar de la economía local, es uno de los más afectado.
“El atún llega a nuestra zona por las condiciones óptimas de alimento y temperatura, pero cuando estas cambian, migra a otros lugares”, explica Patricia Castillo Briceño, docente de Biología en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM).
La migración del atún es causada por varios factores
El aumento de la temperatura oceánico, impulsado por el incremento de gases como el dióxido de carbono (CO₂), ha cambió los patrones migratorios del atún, forzando a las flotas pesqueras a desplazarse más lejos y a mayor profundidad.
Esto eleva los costos operativos, afectando especialmente a los pescadores artesanales, quienes cuentan con menos recursos que la industria atunera.
Asimismo, los pelágicos pequeños —como el chuchumo y las botellitas—, esenciales para la pesca artesanal y la producción de harina de pescado, enfrentan caídas poblacionales durante eventos climáticos extremos, como un fenómeno El Niño prolongado. “No todo es atribuible al cambio climático, pero lo agrava”, subraya Castillo.
La experta señala que la variabilidad clima desincroniza los ciclos biológicos de estas especies, cambio las temporadas de pesca y las vedas.
Los costos crecientes de combustible, la necesidad de embarcaciones más avanzadas y la capacitación para pescar en condiciones más exigentes representan un reto económico significativo.
Mientras la industria atunera, una de las más desarrolladas del país, ha logrado ciertos avances en adaptación, los pescadores artesanales de especies como el dorado, el calamar o el pulpo enfrentan mayores limitaciones.
“La pesca combina arte, ciencia y tecnología, pero no todos tienen acceso a esa tecnología”, apunta Castillo.
En caletas como San Mateo, Santa Marianita o Jaramijó, los pescadores reportan capturas de organismos cada vez más pequeños, como pulpos y anguilas, sin regulaciones específicas qué protejan estas especies. Esta falta de normativa, junto con la presión climática, amenaza la sostenibilidad de estos recursos.
Medidas de adaptación para mitigar los efectos del cambio climático
Frente a este escenario, autoridades y académicos impulsan estrategias para mitigar los efectos del cambio climático en la pesca. Castillo destaca la importancia de involucrar a los pescadores artesanales en la toma de decisiones: “Su conocimiento empírico sobre las dinámicas de las especies y sus hábitats es inestimable«.
Proyectos de la ULEAM en comunidades como Las Piñas, San Mateo y Santa Rosa ofrecen capacitaciones en ecología marina y buscan alternativas económicas más allá de la pesca tradicional.
Una propuesta clave es adoptar un manejo ecosistémico de las pesquerías, cual considerar el ecosistema marino en su conjunto y no solo especies individuales como el atún o el calamar.