El asesino que vivió 20 años de mentira y hoy ora en un monasterio

Durante 20 años inventó una vida falsa y mató a toda su familia para no ser descubierto. Fue condenado a cadena pertetua y ahora vive en un monasterio en Francia.
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand asesinaba a su esposa, a sus dos hijos y a sus padres.   
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand asesinaba a su esposa, a sus dos hijos y a sus padres.   
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand asesinaba a su esposa, a sus dos hijos y a sus padres.   
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand asesinaba a su esposa, a sus dos hijos y a sus padres.   

Freddy Solórzano

Redacción ED.

Freddy Solórzano

Redacción ED.

Primero subió a un escenario y creyó que era su lugar. Fue hermoso mientras duró. Dejó el teatro... Ver más

Durante dos décadas, Jean-Claude Romand vivió dentro de una ficción tan perfecta que ni su esposa, ni sus hijos, ni sus padres, ni sus amigos jamás sospecharon.

Era, según decía, un prestigioso médico de la Organización Mundial de la Salud. Un hombre amable, culto, presente en cada evento familiar, cariñoso, atento. El yerno ideal, el padre perfecto, el amigo confiable. Pero todo era una mentira. Y cuando la verdad amenazó con salir a la luz, Romand decidió que la única forma de salvarse era aniquilarlo todo.

Corría enero de 1993 cuando su mundo de fantasía comenzó a derrumbarse. Su esposa, Florence, empezaba a hacer preguntas incómodas. Ella, que lo había acompañado durante muchos años creyendo que estaba casada con un médico, sospechaba. 

El día de los crímenes 

Entonces, Romand tomó una decisión atroz: la golpeó con un palo hasta matarla. Luego, con un rifle calibre 22, le pegó un tiro a su hija Caroline, de 7 años, y a su hijo Antoine, de 5. El plan no había terminado.

Impecablemente vestido, condujo hasta la casa de sus padres. Almorzó con ellos, bebió vino, conversó con la naturalidad del hijo de siempre. Y luego les disparó a ambos. El día aún no terminaba: en París lo esperaba su amante, otra víctima de sus mentiras, aunque no de su violencia. Pasó la noche con ella, como si nada hubiese ocurrido. No la mató.

A la mañana siguiente regresó a su hogar, ingirió somníferos y prendió fuego a la casa, dispuesto a desaparecer junto con la escena del crimen. Pero no murió. Los bomberos llegaron a tiempo.

El juicio que paralizó a Francia

Jean-Claude Romand fue condenado a cadena perpetua en 1996, en un juicio que paralizó a Francia. Los medios lo bautizaron como el “mitómano más grande de la historia”.

No tenía título universitario, nunca había trabajado en la OMS, y su vida profesional consistía en paseos por el bosque, lecturas en el auto y largas siestas en estacionamientos. Su única fuente de ingresos: estafas a sus propios familiares, con falsas inversiones suizas.

“Nunca he sido tan libre como ahora”, declaró ya entre rejas. “Soy un asesino, la peor imagen que puede tener la sociedad, pero eso es más fácil de soportar que veinte años de mentira”. La historia inspiró películas, documentales y un libro estremecedor: El adversario, de Emmanuel Carrère.

En 2019, tras 25 años en prisión y luego de ser considerado no peligroso por psiquiatras y jueces, Romand obtuvo la libertad condicional. Hoy tiene 71 años y vive en un monasterio, rodeado de 60 monjes y bajo vigilancia electrónica. Se dedica a la oración y la meditación. ¿Le mentirá a Dios cuando ora?

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