Los cruceros turísticos, liderados por empresas como Royal Caribbean, han duplicado su tamaño desde el año 2000, según un informe publicado por Transport & Environment (T&E). El estudio, realizado por esta organización internacional, detalla que el promedio de las 10 mayores embarcaciones pasó de 103.000 a 205.000 toneladas.
Este crecimiento que ocurrió principalmente en astilleros de Europa y Estados Unidos, impulsado por la demanda de vacaciones de lujo y que busca satisfacer a millones de pasajeros, aunque a costa de un impacto ambiental cada vez más severo.
El informe de T&E destaca que en el año 2000, el Voyager of the Seas, con 137.276 toneladas, era el crucero más grande del mundo. Hoy, ese récord lo ostenta el Icon of the Seas, botado en enero de 2025 por Royal Caribbean. Este coloso de 365 metros de eslora, 20 cubiertas y capacidad para casi 10.000 personas cuenta con siete piscinas, 40 restaurantes y un parque a bordo, señala una publicación del portal Información.
Los cruceros futuros y el Titanic
Aunque utiliza Gas Natural Licuado (GNL) como combustible, que reduce las emisiones de CO2 en comparación con el fueloil tradicional, genera mayores niveles de metano, un gas de efecto invernadero más potente. El crecimiento no se detiene. Según T&E, si la tendencia actual persiste, los cruceros de 2050 podrían alcanzar un tonelaje bruto hasta ocho veces superior al del Titanic, que registró 46.328 toneladas en 1912.
Inesa Ulichina, experta de la organización, afirmó que “los futuros gigantes harán que el Titanic parezca un barco de pesca”. Además, el número de cruceros en operación se ha multiplicado por 20 desde 1970, y en 2024 transportaron a 35 millones de pasajeros, un 6% más que antes de la pandemia del covid. Este auge tiene consecuencias ambientales significativas.
Los cruceros emiten contaminación que afecta aire, mar y tierra, especialmente cuando los viajes se combinan con vuelos, una práctica común entre los turistas. La huella climática de estas “ciudades flotantes” ha llevado a varios puertos a tomar medidas. Barcelona planea imponer impuestos a los cruceristas, siguiendo el ejemplo de Amsterdam, que además cerró su terminal central. Venecia prohibió el acceso de grandes buques a su laguna, y Palma de Mallorca restringió el número de atraques diarios.
En Manta se esperan 30 cruceros y crece esta industria
En América Latina, el puerto de Manta, en Ecuador, espera recibir 30 cruceros en 2025. Sus muelles, que antes medían 200 metros, ahora alcanzan los 360 metros en el muelle 2, adaptándose a embarcaciones más grandes y a un mayor flujo de pasajeros. Este crecimiento refleja la solidez del mercado global de cruceros, pero también subraya los desafíos de sostenibilidad que enfrentan los destinos turísticos.
El sector de los cruceros ha evolucionado desde una industria de nicho en los años 70 hasta convertirse en un motor económico que mueve miles de millones de dólares anuales. Sin embargo, su expansión choca con la creciente preocupación por el cambio climático y la presión sobre los ecosistemas marinos.
En 2023, 31.7 millones de personas reservaron cruceros, mientras que el año pasado la cifra alcanzó los 35.7 millones a nivel mundial. En regiones como América Latina, el volumen económico generado por el turismo de cruceros es significativo.
La preocupación por el impacto ambiental
El uso de Gas Natural Licuado, aunque presentado como una solución más limpia, no elimina el impacto, ya que el metano liberado durante su combustión tiene un potencial de calentamiento global hasta 25 veces mayor que el CO2 en un horizonte de 100 años, según datos científicos.
Puertos emblemáticos, como los de Europa, lideran las restricciones, pero la tendencia podría extenderse a otras regiones si la presión ambiental y social aumenta. Mientras tanto, las navieras apuestan por barcos aún más grandes, con diseños que priorizan el lujo y la capacidad sobre la eficiencia ecológica.
El informe de T&E insta a regulaciones más estrictas para mitigar el impacto de esta industria en el planeta, un debate que gana relevancia en un mundo cada vez más consciente de la crisis climática.