Es médico especializado en cuidados paliativos con más de 15 años de experiencia. Graduado como médico en 2009, se formó en cuidados paliativos en 2013 a través del Ministerio de Salud Pública y obtuvo su especialidad posteriormente. Actualmente trabaja en la Fundación Cottolengo, donde lidera un equipo multidisciplinario, y es docente en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM), impartiendo clases a estudiantes de medicina.
Desde la Fundación Cottolengo en Manta, Ecuador, lidera un equipo que brinda confort y calidad de vida a pacientes con enfermedades crónicas, oncológicas y no oncológicas, destacando la necesidad de más profesionales en esta especialidad y una mayor conciencia sobre su impacto.
¿Qué son los cuidados paliativos y por qué decidió especializarse en esta área?
Los cuidados paliativos buscan mejorar la calidad de vida de pacientes con enfermedades crónicas, no solo oncológicas, sino también neurológicas, pulmonares, cardíacas o renales, entre otras. Mi motivación nació al descubrir la dimensión humana de esta especialidad. Un encuentro con un paciente joven, que me preguntó sobre mi fin de semana mientras estaba encamado, cambió mi perspectiva. Me di cuenta de que cada paciente es una persona con una historia, no solo un diagnóstico. Esa conexión humana me llevó a elegir esta especialidad.
¿Qué desafíos enfrenta esta especialidad en Ecuador?
Hay un déficit significativo de especialistas en cuidados paliativos. Aunque la ley ecuatoriana de cuidados paliativos, aprobada en 2024, exige unidades en hospitales públicos, aún falta el reglamento y su implementación. En Manta, por ejemplo, no hay áreas de hospitalización específicas en hospitales públicos. Además, muchos desconocen que esta especialidad existe, lo que limita el acceso a una atención adecuada para pacientes que no pueden valerse por sí mismos.
¿Cómo es su labor en la Fundación Cottolengo?
En Cottolengo, donde trabajo hace más de 12 años, atendemos a 74 pacientes hospitalizados, de los cuales 24 son paliativos. Nuestro equipo, que incluye médicos, psicólogos, enfermeras y terapeutas, se enfoca en el confort del paciente y el apoyo a sus familias. Queremos evitar el encarnizamiento terapéutico y garantizar una atención digna, preguntándonos siempre: ¿qué calidad de vida estamos ofreciendo?
¿Qué mensaje daría a los futuros médicos?
Los invito a considerar los cuidados paliativos, una especialidad con alta demanda y gran impacto. No es para todos, requiere sensibilidad y vocación, pero es profundamente gratificante. La medicina debe recuperar su lado humano, y esta área nos enseña a ver al paciente como persona, a hablar de la muerte con naturalidad y a acompañar a las familias en momentos difíciles.
¿Qué falta por hacer en este campo?
Falta educación pública sobre los cuidados paliativos y más unidades especializadas. Muchos pacientes sufren en casa por falta de recursos o información. También necesitamos cambiar la percepción cultural de que cuidar a un familiar en casa es la única opción, cuando a veces eso no es sostenible. Lugares como Cottolengo existen para apoyar.
¿Qué desafíos enfrenta la especialidad de cuidados paliativos en Ecuador?
Hay un déficit significativo de especialistas en cuidados paliativos. Recién el año pasado, en 2024, se aprobó la ley ecuatoriana de cuidados paliativos, gracias a la Asamblea, pero todavía falta elaborar el reglamento. Esta ley exige que cada establecimiento de tercer nivel de atención del Ministerio de Salud Pública cuente con una unidad de cuidados paliativos conformada por un equipo multidisciplinario, que incluya médico, enfermera, trabajador social, psicólogo y otras especialidades. Sin embargo, la implementación aún no se ha concretado, lo que limita el acceso a esta atención en el sector público.