La deforestación global, especialmente en regiones tropicales como la Amazonía, acelera el calentamiento global al liberar millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) anualmente. Según datos recientes, la pérdida de bosques, impulsada principalmente por la agricultura y la ganadería, genera graves impactos climáticos, hidrológicos y sociales, dificultando los esfuerzos internacionales por mitigar el cambio climático.
Magnitud y zonas más afectadas por la deforestación
Los bosques cubren alrededor del 31% de la superficie terrestre, pero se pierden a un ritmo alarmante. Entre 2015 y 2020, se perdieron 10 millones de hectáreas anuales, equivalente a una superficie similar a Islandia. Regiones como la Amazonía, el Sudeste Asiático y África Central concentran las mayores pérdidas. En la Amazonía, el 20% de la superficie ha desaparecido en 50 años, acercándose a un punto crítico que podría transformar el ecosistema en sabana degradada.
En 2024, la deforestación global aumentó un 3.2%, pese a una leve reducción en la pérdida de bosques primarios tropicales. Canadá registró incendios masivos, mientras la tala crece en otros trópicos. En Argentina, la región del Gran Chaco perdió 8 millones de hectáreas en tres décadas, principalmente por expansión agrícola.
Efectos climáticos y ambientales de la pérdida forestal
La deforestación libera anualmente 4.800 millones de toneladas de CO2, cifra comparable a las emisiones de potencias como China o Estados Unidos. Esto agrava el efecto invernadero y contribuye al calentamiento global, que ya se refleja en fenómenos climáticos extremos.
Además, los árboles regulan el ciclo hidrológico mediante la evapotranspiración, influyendo en las precipitaciones y temperaturas locales. Su ausencia genera áreas más cálidas y secas, incrementando sequías e incendios forestales. La agricultura y la ganadería, responsables del 80% de la deforestación, también emiten gases como metano y óxido nitroso, que tienen un potencial de calentamiento superior al CO2.
Causas y respuestas políticas a la deforestación
La deforestación está mayormente impulsada por la expansión agrícola y ganadera. Cultivos como soja, café y aceite de palma, junto a la ganadería intensiva, generan pérdida masiva de bosques. En países como Brasil y Argentina, la demanda global de estos productos contribuye significativamente a la deforestación.
Las políticas implementadas hasta ahora no han sido suficientes para frenar esta crisis. La falta de emergencia forestal en zonas críticas y la permisividad hacia desmontes agravan la situación, mientras organizaciones ambientalistas exigen medidas urgentes.
Impactos sociales y perspectivas de mitigación
La pérdida de bosques afecta la biodiversidad y desplaza comunidades indígenas, aumentando la pobreza y la inseguridad alimentaria. Además, se favorece la propagación de enfermedades por alteración de ecosistemas.
Iniciativas de restauración forestal, monitoreo satelital y consumo responsable ofrecen vías para mitigar la deforestación. Sin embargo, se requiere una acción coordinada entre gobiernos, organizaciones y consumidores para proteger los bosques y mitigar el calentamiento global.