Cinco miembros de una familia nacieron con enanismo, pero a Lupita eso no la limita

Tiene 47 años, pero su estatura es la de un niño de cuatro.  Su buen sentido del humor la caracteriza.   Nunca le interesó casarse ni mucho menos tener hijos. Sus vecinos y amigos la conocen como Lupita, pero su nombre real es María Guadalupe Quiñónez. Es una de las moradoras más conocidas del barrio El […]

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Redacción ED.

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Redacción ED.

Tiene 47 años, pero su estatura es la de un niño de cuatro. 

Su buen sentido del humor la caracteriza.  
Nunca le interesó casarse ni mucho menos tener hijos. Sus vecinos y amigos la conocen como Lupita, pero su nombre real es María Guadalupe Quiñónez.
Es una de las moradoras más conocidas del barrio El Mirador, de la cooperativa Plan de Vivienda Municipal.
Caminaba por la calle 52 cuando la encontramos.
La acompañaba una niña de cinco años.
La mujer regresaba de donde una vecina, a quien le había pedido de favor ponerle un suero a su mamá que presenta problemas en su salud.
Lupita nació con enanismo, pero no es la única en su familia con esta condición. Cuenta que otras dos hermanas y dos sobrinos padecen lo mismo.
Ella mide 105 centímetros y asegura que se siente dichosa por aquello.
 > Trabajo. A sus 47 años, y pese a su condición física, no se siente limitada, aunque sí  hay cosas para las que necesita ayuda y es por eso que su sobrina María (19) la acompaña todos los días.
Lupita vive con su madre, Ángela Villacrés, de 86 años, quien padece de fuertes dolores de espalda, de cabeza y mareos.
María Guadalupe contó que hace unos meses vendía productos de belleza y perfumes, pero que ya no sale tanto porque se le dificulta caminar por los dolores que presenta en sus piernas.
“Para poder caminar necesito apoyarme de dos trozos de palitos de escoba. Las piernas y la cadera ya empiezan a darme problemas”, contó.
Pese a su condición, Lupita asegura que no recibe el bono Joaquín Gallegos Lara, que es destinado para personas con discapacidad severa. Cada mes lo que sí recibe es el Bono de Desarrollo Humano.
Depender de otras personas no está en sus planes y es por eso que uno de sus mayores anhelos es tener una tienda en su casa para poder trabajar desde allí.
“A nadie le pido que me ayude con dinero. Yo quiero trabajar por mí misma, como lo he hecho siempre, pero ahora ya se me hace complicado caminar. Una tiendita en mi casa quedaría de lujo”.
Actualmente vende chitos, chupetes y caramelos y los niños del sector son sus principales clientes.
 

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