Un año lectivo virtual, ¿qué nos dejó?



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El COVID-19 originó, en lo laboral sobre todo, muchos cambios, entre ellos la modalidad virtual que obligó a la mayor cantidad de trabajadores, estatales y privados, de cumplir con su trabajo telemáticamente frente a un computador. Haciendo énfasis particularmente en el sector educativo, los docentes inicialmente debieron capacitarse contra reloj para adaptarse a su nueva herramienta de trabajo otorgada por el Ministerio de Educación y Cultura, como lo han sido las plataformas virtuales para “dar sus clases” a los estudiantes, que desde casa realizaban su conexión para recibir las orientaciones académicas que tanto se extrañaron, porque a decir verdad, no es lo mismo una explicación virtual que una presencial.
Pero… ¿qué nos dejó esta modalidad? Fueron tantas las emociones que se experimentaron al estar día a día con nuestros hijos ayudándoles a cumplir con las tareas encomendadas por cada docente, emociones de agrado al terminarlas, pero también de impotencia por el no comprender ciertas clases, debido a no tener la habilidad y conocimiento que tiene el profesor para explicar y/o desarrollar un problema o ensayo de cualquier asignatura. A más de esto, muchos padres que realizamos tareas con uno, dos y hasta tres hijos en casa, con absoluta seguridad hoy percibimos la abnegación que experimenta el docente al tener frente a él o ella entre 30 y 35 estudiantes a la vez, tratando de controlar las revolturas inocentes que provocan aquellos por su espíritu soñador.
El punto negativo más relevante de esta modalidad ha sido la sobrecarga de trabajo que tuvieron, porque sus horas laborales fueron más de la cuenta por cumplir hasta 12 horas en el día y con un sueldo mal remunerado. A la Ministra de Educación, en el caso que para el próximo año lectivo siga esta misma modalidad, le invito a tomar las correcciones necesarias (cosa que dudo en lo absoluto porque está demostrado que los docentes viven un yugo silencioso) y se les dé un horario fijo y establecido como si fuera presencial, por el hecho de tener una familia que atender. 
Al culminar un año lectivo diferente a los que hemos estado acostumbrados, no nos queda más que agradecer a estos profesionales por la labor cumplida, aun cuando recibían llamadas y mensajes de consultas fuera de su horario habitual.
 



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