Moscas ‘chupasangre’ afecta a cuatro recintos de Santo Domingo



Han pasado diez años desde que Francisco Saavedra denunció la insalubridad que provocaban las moscas que se reproducían en la hacienda San Remo, dedicada a la exportación de piña.

Corría el año 2012 cuando los vecinos de los recintos San Remo, La Polvareda, San Luis y El Rosario, todos pertenecientes a la parroquia Puerto Limón, de Santo Domingo, empezaron a sentir los estragos de la plaga, que ha dejado decenas de animales muertos y ha mermado la producción ganadera y porcina en este sector, se indicó.

Saavedra asegura que han tocado las puertas de todas las direcciones y de los ministerios que deberían actuar en el caso, “pero una década después solo quedan como evidencia informes con alcahuetería”.

Ángel Mero, quien habita en El Rosario, perdió una de sus vacas por culpa de dichos insectos.
“Los animales no pueden estar en paz, no comen, no descansan, se pasan el día pateando por la plaga hasta que los más débiles mueren”, dice.  
Calcula que ha perdido al menos 700 dólares.
Kléber Rivas, vecino de la hacienda piñera, afirma que las moscas salen de allí y afectan los predios de la zona. “Tienen un mal manejo y por eso se provoca la afectación que estamos denunciando”.

Según un informe de la Dirección de Gestión Ambiental de la Prefectura de Santo Domingo de los Tsáchilas, se trata de “moscas de establo”, es decir comunes.
Pero quienes conviven con la plaga refutan esta aseveración, puesto que las picadas de las moscas de la hacienda San Remo causan dolor y laceraciones en las reses y, además, son capaces de chupar sangre de humanos y de animales.
Richard Zambrano, médico veterinario y presidente de la Asociación de Ganaderos de Puerto Limón, explicó que las vacas que ‘soportan’ a las moscas dan un 60 por ciento menos de leche. “Les causan estrés y los animales dejan de comer. En las cerdas se han presentado abortos y muertes. También hay estragos en los seres humanos”, enfatizó.
Verónica Narváez, directora de Gestión Ambiental de la Prefectura, dijo que se ha determinado que la plaga se reproduce cuando la cosecha termina y las piñas pequeñas que no son exportadas son martilladas para depositarlas en la tierra. Es ahí cuando las moscas eclosionan e invaden las fincas de la zona durante dos meses.
Una de las actividades del plan de acción para contrarrestar la problemática es que la fruta debe ser secada para el martilleo y luego reintegrada al suelo.