La construcción naval evolucionó con los años. El uso de materiales como la madera dieron paso a elementos más resistentes y duraderos. Entre esos avances destaca la fibra de vidrio, una alternativa que ha transformado la construcción de barcos, lanchas y yates.
¿Cómo comenzó usted en este oficio de la fibra de vidrio?
Entré a trabajar en esto cuando era joven. Comencé en una empresa llamada Fibracron. Estaba ubicada por Montecristi. Al principio me contrataron como oficial, y con el tiempo fui aprendiendo todo el proceso. Cuando esa fábrica cerró, pasé por otros talleres y después decidí trabajar por mi cuenta. Hoy en día, soy independiente. Me contratan donde me necesiten.
¿Qué tipo de trabajos realiza actualmente?
Todo lo que tenga que ver con fibra de vidrio. Construyo y reparo lanchas, yates, barcos, y también trabajo con tuberías que usan los barcos pesqueros y petroleros. Es un trabajo completo, no solo se trata de construir cascos. También hacemos reforzamientos, recubrimientos y detalles que protegen las estructuras del agua. Por eso se usa la fibra, porque es más duradera frente a la corrosión.
¿Antes no se usaba este material en barcos grandes?
Antes la mayoría de embarcaciones se hacían solo de madera. Ahora, incluso las nodrizas y barcos de pesca más grandes se construyen en fibra de vidrio o se recubren con ella. Este material ha demostrado ser más resistente y menos costoso a largo plazo. También es más fácil de mantener.
¿Cuánto tiempo le toma construir un barco de tamaño mediano?
Por ejemplo, un barco de unas 50 o 60 toneladas, entre la parte de madera y la fibra, puede llevarnos unos cuatro meses de trabajo. Claro, depende del diseño y del equipo que estemos utilizando. A veces se extiende un poco más si hay detalles o ajustes.
¿Usted trabaja con contratos o por jornada?
He trabajado con contratos, sí. Cuando hay buenos proyectos, uno firma por el trabajo completo. Pero últimamente he estado trabajando por día, porque no hay muchos contratos largos. A veces me llaman de diferentes sitios y ahí voy. Lo importante es no quedarse quieto.
¿Cómo está el trabajo actualmente? ¿Hay demanda?
Recién ahora está comenzando a haber trabajo. Pero ha estado flojo. Antes caían varios barcos por semana para trabajar en ellos. Hoy tal vez aparece uno o dos por mes. Hay temporadas en que nos llaman bastante, pero ahora hay menos movimiento.
¿Qué pasa cuando baja la pesca?
Ahí es cuando más nos buscan. Cuando la pesca está floja, los patrones deciden parar los barcos y aprovechar para hacerles mantenimiento. Entonces nos contratan para trabajar con fibra de vidrio para reforzar, pintar o cambiar partes dañadas. Eso sí, el clima no influye tanto. No hay una temporada específica para subir barcos a reparación.
¿Ha tenido que viajar por trabajo?
Claro. He trabajado en varios lugares. Me han llamado desde Jaramijó, San Mateo, y hasta en Galápagos he trabajado. Uno va donde haya oportunidad. No me puedo dar el lujo de rechazar un trabajo. De esto he mantenido a mi familia todo el tiempo.
¿Qué tan saludable es este oficio? ¿Lo recomendaría?
La verdad, no es un trabajo sano. La fibra de vidrio y los químicos que usamos pueden afectar la salud si no se toman precauciones. Por eso yo no quiero que mis hijos se dediquen a esto. Prefiero que aprendan otro oficio, algo que no les cause daño con el tiempo. Ya yo escogí este camino, y lo sigo porque es lo que sé hacer, pero ellos tienen otras oportunidades.
¿Cuántos hijos tiene?
Tengo tres hijos. Ya son mayores de edad. Gracias a este trabajo pude darles estudios y sustento. Ahora ellos están buscando sus propios caminos, y eso me alegra.
¿Cómo ha cambiado la construcción naval desde que usted comenzó?
Muchísimo. Antes era todo a mano, muy artesanal. Hoy tenemos materiales nuevos, técnicas más modernas y herramientas que facilitan el trabajo. Pero aún así, el conocimiento práctico sigue siendo clave. No cualquiera hace bien este trabajo. Hay que tener experiencia, paciencia y mucha responsabilidad.
Datos del constructor naval
Martín Zamora, un hombre de trabajo incansable, se ha forjado una vida entera entre moldes, resinas y estructuras navales. A pesar de las dificultades, continúa dejando huella en cada embarcación que toca con su trabajo.