Lleva ocho años postrada en la cama de un hospital



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El viernes Martha Navarrete cumplió ocho años hospitalizada en el Rodríguez Zambrano. Ella padece de mielitis transversa, una afección de la médula espinal causada por múltiples infecciones.

Por esa razón no puede mover sus brazos, piernas, ni su tronco; solo su cabeza está sana.
María Elena Cuenca (56), su madre, relata que Martha vivía con su esposo en El Palmar. Un día la suegra de su hija la llamó para avisarle que Martha estaba enferma y la trasladaron al hospital.

“Mi hija ingresó caminando, pero cuando llegué, ella ya no tenía movimiento en su cuerpo”, recordó.

Desde entonces, para esta madre ha sido un ir y venir entre su casa del barrio Santa Martha hasta el hospital. María Elena le da dos veces al día la comida. En la mañana desayuno y se queda hasta ayudarla a asearse. Luego, al mediodía va su nieta con el almuerzo a Martha y en la tarde regresa a visitarla la madre.

Martha tiene tres hijos, el mayor Jordan, de 17 años, Sheyla de 15 y la menor Franshezca de 8 años, quien tenía solo siete meses cuando su mamá enfermó.

> Los amigos. El viernes en la mañana, antes de la entrevista, Martha era ayudada por dos internas del hospital, quienes la maquillaban. Quería brillar más que el sol.

Lo primero que dijo es que anhela muchas cosas, pero las principales son salir de la máquina, ver crecer a sus hijos, disfrutar de su madre y estar junto a su familia frente al mar.

Recuerda que una semana antes de caer enferma fue a  la playa con su hija y su mejor amiga. “No sabía que estaba enferma, nunca antes había sentido algún síntoma. Lo único diferente en mi cuerpo es que sentía una calentura extraña”, relató.

En ese momento tenía poco tiempo de haber dado a luz a su última hija, pero inesperadamente la enfermedad la sorprendió.

Reconoce que al principio reprochaba por todo y hasta quería morirse, pero un día una monja la visitó y le hizo entender que ella tenía por quién vivir  y son sus hijos. Desde entonces recapacitó.

Hoy Martha tiene 34 años, el 20 de diciembre cumplirá 35. Martha respira gracias a una máquina.
Por su condición recibe el bono de 240 dólares mensuales, dinero que no siempre le alcanza para sus necesidades porque a veces debe comprar medicina que en el hospital no hay.

Confiesa que sus padres han pensado en llevarla a casa, pero no pueden porque no tienen los medios.

Aunque hace un mes varios médicos del hospital le dijeron que la quieren enviar a casa, pero para la familia de Martha sería un problema porque no tienen las condiciones como una planta de luz y un área esterilizada para atenderla, dijo su madre.

> Ayuda recibida. Después del terremoto del 2016, Martha salió favorecida con una casa que le entregó el Gobierno en Ceibo Renacer.
Actualmente está deshabitada, pero su papá va a limpiarla. Solo espera que las autoridades le den la escritura definitiva para ella ponerla a nombre de su hija menor, a quien no ve desde antes que empezara la pandemia del covid.

Con ella solo tiene contacto telefónico, su abuela y tía paterna le envían mensajes y fotos de su hija. Vive con ellas.

En cambio sus hijos mayores, que están al cuidado de sus padres, la ven con más frecuencia. “Mi hijo mayor quiere ingresar al cuartel y la niña de 15 años anhela ser una policía; pero yo solo quiero que sigan un buen camino y sean profesionales”, agregó.

Lili y Jonathan son los únicos amigos que visitan a Martha en el hospital, pero la mayor parte del tiempo la pasa viendo películas o videos en YouTube. Alguna vez un médico le regaló un televisor para que se entretenga, pero la señal no es buena.

Martha Navarrete seguirá acostada en una cama, tal vez sea por siempre.
Martha estuvo en Cuidados Intensivos durante un año y ocho meses, luego de eso recibió la ayuda del Gobierno al recibir el bono de 240 dólares mensuales. Sin embargo, si alguien desea apoyar económicamente o con insumos de limpieza, como paños húmedos, pañales, cremas para la piel o inhaladores, la pueden contactar directamente al 0982560385.

Permanentemente Martha debe tomar el medicamento pregabalina, que cuesta unos $28, este medicamento disminuye la cantidad de señales de dolor que los nervios dañados del cuerpo envían a su cerebro.

Cada mes Celinda, una ex trabajadora del hospital del área de limpieza, la visita y le dona una caja de pastillas, pañitos húmedos y vitaminas C.



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