Es necesario que se aplique una solución definitiva a un problema que se repite todos los años y que se constituye en una verdadera emergencia: la falta de agua potable.
Aunque suena a paradoja, la estación lluviosa suele afectar al abastecimiento de agua para consumo humano en Manabí, en un problema que se ha vuelto recurrente y que, a la postre, pasa factura a los usuarios.
Las plantas de tratamiento de agua no pueden procesar el líquido con altos grados de turbidez que suele fluir por el cauce de los ríos durante la temporada de lluvias. Entonces, se suspende la potabilización por varios días, incluso por semanas enteras, hasta que el agua cruda esté en condiciones de potabilización.
Es una medida para precautelar las plantas, pero tampoco se aplican opciones para superar este problema que se presenta todos los años y cada vez con más frecuencia.
Las empresas cantonales de agua deberían unirse para solicitar al Gobierno la construcción de unidades de presedimentación en las que se decanten los sólidos antes de que el agua pase a las fase de tratamiento.
Todos señalan la misma solución, pero pocos acometen en ella, posiblemente por los costos que implica.
Mientras no se aplique una solución, las paralizaciones y el desabastecimiento de agua potable serán un cuento de nunca acabar.
