Enfermedades crónicas aparecen tras superar el covid-19



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A Conchita Arteaga le dio COVID-19 en junio del 2021. No ha recuperado el olfato y el olor que percibe es “horrible, difícil de explicar”.

“Es difícil de definir: es como un olor a cloro, a tips, que no es cloro ni es tips”, manifiesta la joven madre de familia, para quien esta secuela del coronavirus se ha vuelto un problema porque no puede disfrutar los sabores y olores en su vida diaria.

SIN OLFATO. La anosmia (falta de olfato) es una de las secuelas del COVID-19 debido a que “el paciente ha experimentado daño del tejido (células) del epitelio olfatorio que atraviesa la lámina cribosa del etmoides”, explica el otorrinolaringólogo Ricardo Elicio Mendoza. Agrega que “depende de la cantidad de células afectadas si es recuperable o no”.
El especialista indica que el virus también puede causar fantosmia (el paciente percibe olores que no existen); cacosmia (percibe olor a excremento) o hiposmia (la capacidad olfatoria está reducida, percibe un mínimo), por lo que la persona afectada debe buscar ayuda profesional urgente. Dice que en estos casos se realiza un entrenamiento olfatorio (terapia) y se trata con corticosteroides sistémicos y tópicos.

AFECTACIÓN. A la anosmia se unen otras secuelas del coronavirus, que van sumando sintomatología con la aparición de nuevas variantes, como la ómicron, que se caracteriza por causar tos, molestias en la garganta, disfonía, cansancio, bronquitis, fiebre, dolor de cabeza, etc. que afectan la actividad normal de las personas.
José García (52) extremaba cuidados para no contagiarse, pero inició el 2022 con COVID-19. A las tres semanas se sometió a rayos X y le hicieron exámenes generales, que detectaron una glucosa elevada, de 134, que no había tenido antes. Dos semanas después tenía 124. “El médico me dijo que estoy en el umbral de la prediabetes a la diabetes”, indica.
María (55) se ha contagiado tres veces. En las dos primeras tuvo cansancio extremo, unido a otros síntomas y en la última, en enero de este año, se ha sumado al cansancio el dolor de espalda y de los dedos de las manos y presión baja. “El doctor me recomendó ponerme la tercera dosis al mes de haber estado contagiada y someterme a diversos exámenes, porque también tengo que ver cómo está mi sistema inmunológico”, dice.

SECUELAS. Luis Viteri Romero, neumólogo broncoscopista del hospital Verdi Cevallos Balda, indica que más del 50 por ciento queda con una secuela pos-COVID, la más frecuente una tos tipo residual, seca, que puede durar semanas y hasta meses en pacientes que, inclusive, están con tratamiento. Señala que esto se debe a que quedan con alteraciones que se detectan en radiografía y tomografía, que muestran que el pulmón está inflamado. Otras secuelas son dolor torácico, de espalda, así como disnea o falta de aire, sobre todo en pacientes que estuvieron hospitalizados o tuvieron lesiones moderadas o severas, que deben ser sometidos a otros estudios comparativos de imágenes y a pruebas funcionales como espirometría, para ver si hay repercusión en la entrada y salida de aire, explica.

DEFENSAS. Sobre quienes se han contagiado varias veces, señala que hay que ver cómo está su sistema inmunológico, porque se alteran las enfermedades de base, como hipertensión, diabetes, etc.



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