Tras el funeral del Papa Francisco, la Iglesia Católica activa el protocolo de sucesión papal. El proceso, liderado por el Colegio Cardenalicio, busca elegir al nuevo líder de 1,400 millones de católicos en un cónclave que comenzará entre 15 y 20 días tras el fallecimiento, siguiendo normas centenarias.
Ahora, el Vaticano entra en el periodo de sede vacante, durante el cual la Iglesia es gobernada temporalmente por el Colegio Cardenalicio, liderado por el camarlengo, el cardenal Kevin Farrell. Este periodo incluye los novendiales, nueve días de misas solemnes por el alma del pontífice, que comenzaron el 26 de abril.
Preparativos para el cónclave
El cónclave, donde se elegirá al nuevo Papa, está programado para iniciarse entre el 5 y el 10 de mayo de 2025, según la constitución apostólica Universi Dominici Gregis. La Capilla Sixtina, cerrada al público desde el 28 de abril, será el escenario de las votaciones secretas. Solo 135 cardenales menores de 80 años, de un total de 252, tienen derecho a votar.
Cada cardenal escribe su voto en una papeleta bajo la frase Eligo in Summum Pontificem y la deposita en una urna. Se requieren dos tercios de los votos para elegir al nuevo pontífice. Tras cada ronda, las papeletas se queman: el humo negro (fumata nera) indica que no hay consenso, mientras que el humo blanco (fumata bianca) señala la elección exitosa.
Anuncio del nuevo Papa
Una vez elegido, el nuevo pontífice acepta el cargo y elige su nombre papal. Aproximadamente 40 minutos después, el cardenal protodiácono proclama desde el balcón de la Basílica de San Pedro: Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam. El Papa ofrece entonces la bendición urbi et orbi.
El proceso concluye con una misa inaugural, días después, que marca el inicio oficial del nuevo pontificado. Durante el cónclave, los cardenales residen en la Casa Santa Marta y están aislados del exterior para evitar influencias.
La sucesión del pontífice
La elección del sucesor de Francisco es crucial para definir el rumbo de la Iglesia Católica. Su pontificado, iniciado en 2013, se destacó por reformas, énfasis en la humildad y apertura a las periferias. El nuevo Papa deberá abordar desafíos como la secularización, los escándalos internos y el diálogo interreligioso.
El camarlengo y el Colegio Cardenalicio no pueden tomar decisiones doctrinales durante la sede vacante, limitándose a asuntos administrativos. El anillo del pescador, símbolo del poder papal, fue destruido por Farrell tras la muerte de Francisco, garantizando que no se use indebidamente.