Manabí necesita que las decisiones en torno suyo se tomen en Manabí. Muchas de las políticas que se aplican en la provincia nacen en escritorios centrales que ignoran realidades locales.
El agua es un claro ejemplo: la región no tiene caudales permanentes, pero las decisiones sobre su gestión se toman como si los tuviera. Por ello, se insiste en la necesidad de crear un organismo local que administre los recursos hídricos con criterios de focalización y urgencia.
La salud, la educación, los servicios públicos… todo se mueve al ritmo de estándares nacionales. Y lo nacional, muchas veces, ignora lo local. Por eso, urge una descentralización bien pensada, que no sea una simple delegación de tareas, sino una transferencia real de competencias con los recursos necesarios para ejercerlas.
El poder local —autoridades, dirigentes, instituciones— conoce el terreno, sabe lo que se necesita y siente de cerca el impacto de cada decisión. No es lo mismo leer un informe desde Quito que recorrer una comunidad afectada en Chone o Portoviejo.
Se espera que el Gobierno, en el nuevo período, confíe más en las capacidades locales. Descentralizar es reconocer que no hay una sola forma de gobernar un país diverso.