Es acertado que la tasa de recolección de basura no sea cobrada en la planilla de energía eléctrica. Son servicios distintos que no guardan relación ni proporcionalidad.
Aunque este mecanismo resultaba práctico para los municipios, la medida vulneraba ciertas normas, conforme han hecho conocer las autoridades, y no se aplicaba con justicia.
Durante años se generó un híbrido poco claro: una empresa estatal recaudaba y un municipio autónomo utilizaba esos recursos. Esa práctica, además de confusa, atentaba contra el principio de autonomía municipal y la transparencia.
El sistema también generaba distorsiones evidentes. Muchos usuarios de energía eléctrica pagaban una tasa de basura sin recibir el servicio, únicamente por tener un medidor instalado. Esa inequidad debía corregirse.
La recolección de basura no puede estar en función de la energía que se consume. Debe calcularse en función del servicio realmente prestado: la basura recogida en cada domicilio o comercio.
Los municipios tienen ahora la responsabilidad de implementar mecanismos propios, claros y justos para recaudar esa tasa. Se trata de un reto que exige orden, planificación y eficiencia en beneficio de los ciudadanos.