José Vélez, cabo primero de la Policía Nacional, transformó materiales reciclados y su tiempo libre en esperanza para un perro callejero. Construyó una silla de ruedas artesanal que devolvió la movilidad a Pirulo, un can que había perdido el uso de sus patas traseras.
Con la complicidad de sus compañeros, José Vélez decidió no mirar para otro lado ante el sufrimiento de Pirulo. Este agente policial dejó de lado su uniforme solo para convertirse en inventor improvisado. Contó que el momento en que el can volvió a moverse y a menear la cola, arrancó lágrimas y sonrisas a todos los presentes.
El gesto que tuvo el policía
El integrante de la Policía Nacional, que cumple sus funciones en el cantón El Carmen (Manabí)no se limitó a patrullar calles: dedicó sus horas libres a construir una silla de ruedas artesanal para Pirulo, que quedó paralítico de las patas traseras. “No podía quedarme de brazos cruzados. Pirulo merecía una segunda oportunidad”, afirmó Vélez.
“Los animales sienten, sufren y aman. Cuidarlos también es parte de nuestra humanidad”, agregó el uniformado.
Un paralelo en Ecuador
Aunque el caso de José Vélez y Pirulo llama la atención por su humanidad, no es aislado:
En Quito existe un proyecto comunitario que fabrica andadores para perros con movilidad reducida utilizando partes de bicicletas y tubos metálicos recuperados.
En Guayaquil se documentó meses atrás un voluntariado local que reparaba prótesis caseras para perros y gatos, atendiendo casos de perros callejeros atropellados.
La Fundación Arthur, también ecuatoriana, ha visibilizado historias de perros que sobreviven gracias al apoyo ciudadano, rescate y rehabilitación.
Empatía en tiempos de indiferencia
En momentos en que las noticias parecen saturadas de crisis y desasosiego, esta historia nos recuerda que la solidaridad sigue viva. El esfuerzo individual puede desencadenar cambios. Cuando vemos a José Vélez entregando su tiempo libre, sabiendo que nadie lo obligaba, es más fácil de comprender que el compromiso ético puede nacer de lo cotidiano.
Gracias a este policía, Pirulo volvió a ser un perro que camina, que espera, que vive. Esa transformación hace que más de uno se pregunte: ¿qué estamos dispuestos a hacer nosotros, desde nuestras posibilidades, para que la compasión no sea excepción sino norma?
En Ecuador, miles de perros callejeros enfrentan abandono, enfermedades y accidentes de tránsito que muchas veces los dejan con discapacidades permanentes. Según datos de fundaciones de protección animal, las provincias de la Costa son las más afectadas. Frente a esta realidad, han surgido iniciativas comunitarias y voluntarias, como la fabricación de sillas de ruedas artesanales y programas de adopción, que buscan mejorar la calidad de vida de los animales y generar conciencia sobre la tenencia responsable. (36)
Con información de Leandro Vélez.