Amistades que piensan y sienten en sintonía. Más allá de compartir risas, consejos o planes de fin de semana, tener amigos cercanos puede llegar a moldear literalmente la forma en que funciona nuestro cerebro. Así como también incidir en las decisiones que tomamos, incluso cuando compramos algo.
Un estudio reciente de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghái (China), aporta nuevas pruebas de que las amistades estrechas sincronizan la actividad neuronal de las personas. Este hallazgo sugiere que, sin darnos cuenta, nuestros amigos pueden influir en cómo percibimos el mundo, en lo que nos llama la atención e incluso en las cosas que decidimos comprar.
La sorprendente sincronización cerebral entre amigos
Los investigadores combinaron experimentos de comportamiento a largo plazo, que incluyeron a 175 voluntarios, con estudios de neuroimagen realizados a 47 de ellos. A través de esta metodología, lograron observar patrones neuronales compartidos entre amigos cercanos mientras realizaban actividades cotidianas, como ver anuncios de productos.
El resultado más impactante fue que los amigos valoraron esos productos de forma mucho más similar entre sí que con desconocidos. Es decir, las opiniones y percepciones sobre lo que veían estaban alineadas. Pero lo más curioso es que cuanto mayor era el grado de cercanía y confianza entre esas amistades, mayor era la similitud en la actividad cerebral.
El equipo encontró que las regiones del cerebro que se activaban en sintonía entre amigos estaban relacionadas con la atención, la memoria, el juicio social, la percepción de objetos y el procesamiento de recompensas. En otras palabras, no solo vemos las cosas de forma parecida, sino que procesamos las emociones y la relevancia de esas cosas casi al unísono.
Más que coincidencias: predicen hasta las compras
Otro hallazgo que llamó la atención de los investigadores fue que la actividad cerebral de los participantes no solo coincidía entre amigos: también permitía anticipar sus decisiones de compra. Es decir, a partir de cómo reaccionaba el cerebro de una persona frente a un producto, era posible predecir qué elegiría su amigo.
Esto demuestra que la influencia de las amistades es mucho más profunda de lo que pensamos. “Nuestros resultados sugieren que las relaciones cercanas pueden moldear la manera en que las personas piensan, sienten y deciden, especialmente en comportamientos de consumo”, destacaron los autores del estudio.
¿Por qué ocurre esta sincronía entre amigos?
La explicación que proponen los científicos tiene que ver con la convivencia y las experiencias compartidas. A medida que pasamos tiempo con personas que consideramos importantes, tendemos a asimilar sus ideas, intereses y hasta reacciones emocionales. Así, el cerebro se “entrena” para responder de forma parecida en contextos similares.
Este fenómeno no solo refuerza los lazos sociales, sino que también puede ser una estrategia evolutiva para mantener la cohesión del grupo. Después de todo, tomar decisiones parecidas a las de quienes confiamos reduce los conflictos internos y refuerza la sensación de pertenencia.
La influencia de amistades llega a lo digital
El estudio también tiene implicaciones para entender por qué las recomendaciones de amigos en redes sociales o plataformas digitales suelen tener tanto peso. Cuando vemos que alguien de nuestro círculo cercano comparte un producto o experiencia positiva, no solo lo tomamos como un dato más: nuestro cerebro literalmente tiende a valorarlo como si fuera propio.
Por eso, campañas publicitarias basadas en “influencers” que son percibidos como amigos o cercanos pueden ser tan efectivas. La ciencia muestra que la afinidad y la cercanía real generan un efecto distinto y más fuerte que cualquier recomendación anónima.
Más allá del consumo
Aunque la investigación se centró en decisiones de compra, sus autores señalan que el fenómeno podría aplicarse a otras áreas. Entre ellas la percepción de noticias, la valoración de ideas políticas o incluso las creencias personales. Comprender este proceso ayuda a explicar por qué las amistades tienen un impacto tan grande en quiénes somos.
En conclusión, el viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres” tiene hoy respaldo científico: compartir tiempo con amigos no solo nos cambia por fuera, también transforma la forma en que nuestro cerebro reacciona y decide.