La contaminación plástica, agravada por la producción masiva de productos desechables, se ha convertido en una crisis ambiental global que afecta océanos, ríos y hasta el cuerpo humano. Cada año, ocho millones de toneladas de plásticos llegan a los mares, causando la muerte de millones de animales y generando microplásticos que persisten durante siglos. Desde las Naciones Unidas hasta gobiernos locales, como el de California, se impulsan medidas para frenar este problema que amenaza la biodiversidad y la salud pública.
La producción de plásticos, que se disparó desde los 2,3 millones de toneladas en 1950 hasta 448 millones en 2015, se prevé que se duplique para 2050. Este material, creado en 1907 por el químico Leo Baekeland, revolucionó sectores como la medicina, el transporte y la tecnología, gracias a su ligereza y durabilidad. Sin embargo, su uso masivo en productos de un solo uso, como bolsas y envoltorios, ha generado una crisis ambiental sin precedentes.
Los plásticos desechables
Actualmente, el 40% de los plásticos producidos anualmente son desechables, con una vida útil de minutos, pero una permanencia en el medio ambiente de hasta 400 años debido a los aditivos que los hacen resistentes, señala un artículo de la revista National Geographic.
La contaminación plástica es especialmente grave en países en desarrollo de Asia y África, donde los sistemas de recolección de residuos son insuficientes. No obstante, países desarrollados con bajas tasas de reciclaje también enfrentan dificultades para gestionar los desechos plásticos. Cada año, cerca de ocho millones de toneladas de plásticos ingresan a los océanos desde zonas costeras, equivalente a cinco bolsas de basura por cada metro de costa mundial.
Los grandes ríos actúan como cintas transportadoras, llevando desechos desde el interior hasta el mar, donde corrientes como el giro del Pacífico Sur los distribuyen globalmente. Un ejemplo es la isla Henderson, un atolón deshabitado en el Pacífico, donde se han encontrado plásticos provenientes de Rusia, Estados Unidos, Europa y Asia.
Los microplásticos
En el océano, los plásticos se fragmentan en microplásticos, partículas menores a cinco milímetros, que se dispersan por toda la columna de agua. Estos fragmentos han sido hallados desde el monte Everest hasta la fosa de las Marianas, e incluso en sistemas de agua potable y el aire.
Alarmantemente, los microplásticos han sido detectados en sangre, pulmones y heces humanas, lo que ha llevado a los científicos a investigar con urgencia sus efectos en la salud. Aunque aún no hay conclusiones definitivas, se sabe que estas partículas pueden causar daños hepáticos, celulares y alteraciones reproductivas en especies como las ostras, que producen menos huevos, o en larvas de peces, que consumen nanofibras en sus primeros días de vida.
El impacto en la fauna es devastador. Alrededor de 2100 especies, incluidas algunas en peligro de extinción, sufren los efectos de los plásticos. Aves marinas, tortugas, ballenas y otros animales mueren por enredos en redes abandonadas o por ingerir plásticos que obstruyen sus sistemas digestivos, causando inanición o perforaciones internas.
Las especies afectadas por la contaminación plástica
Más de 100 especies acuáticas, como peces y mejillones, contienen microplásticos, que a menudo terminan en la cadena alimentaria humana. En tierra, animales como elefantes, tigres y ganado también han muerto tras consumir plásticos, indica National Geographic.
Ante esta crisis, algunos gobiernos han tomado medidas. California, por ejemplo, aprobó una ley para prohibir todas las bolsas de plástico a partir de 2026, siguiendo el ejemplo de otros países que han limitado los plásticos de un solo uso. A nivel global, las Naciones Unidas negocian un tratado para abordar la contaminación plástica, enfocándose en mejorar los sistemas de gestión de residuos y reducir la producción de plásticos desechables.
Sin embargo, recuperar los plásticos ya presentes en los océanos es un desafío casi insuperable. Sistemas como Mr. Trash Wheel, en el puerto de Baltimore, son efectivos para recoger desechos grandes en aguas continentales, pero los microplásticos dispersos en el océano abierto son prácticamente irrecuperables. Expertos coinciden en que la solución radica en la prevención: mejorar los sistemas de reciclaje, rediseñar productos para reducir el uso de plásticos desechables y fomentar una gestión responsable de residuos.
El impacto de los plásticos trasciende lo ambiental, afectando la salud humana, la biodiversidad y la sostenibilidad global. La urgencia de actuar es innegable, y las soluciones requieren un esfuerzo conjunto entre gobiernos, industrias y ciudadanos para revertir el daño de un material que, aunque revolucionario, ha dejado un legado tóxico en el planeta. (10)