El éxito en la vida implica una combinación de metas claras, valores personales, autoestima y bienestar subjetivo. Esto se basa en lo que nos han transmitido de generación en generación. Esta visión se fortalece debido a que muchas personas reportan sentir insatisfacción aun cuando alcanzan logros tangibles. Esto obliga a revisar qué significa realmente vivir una vida exitosa, explica la psicóloga Karolina Jiménez.
Evolución del concepto de éxito en psicología
Durante décadas, la psicología ha contemplado al éxito en términos de logros objetivos: carrera profesional, status, ingresos. Sin embargo, investigaciones recientes lo reubican hacia parámetros internos: satisfacción vital, felicidad subjetiva y desarrollo personal. El modelo del bienestar subjetivo, promovido por psicólogos como Ed Diener, plantea que el éxito depende de cómo la persona evalúa su propia vida. No solo por lo que tiene, sino por cómo vive, siente y percibe sus relaciones, su salud y su propósito.
El enfoque humanista de Abraham Maslow y Carl Rogers también es clave: la autoactualización, la autoestima y la autenticidad son vistos como componentes centrales del éxito personal. Maslow, por ejemplo, considera exitosa a la persona que logra alcanzar su más alto potencial. Esto se logra al satisfacer necesidades jerárquicas: fisiológicas, de seguridad, sociales, de estima, hasta llegar a la autorrealización.
El éxito y sus factores
Karolina Jiménez explica que tener éxito en la vida varía para cada persona, y depende tanto de factores internos –como la motivación, la autoestima y la tolerancia a la frustración– como de recursos externos –apoyo social, estabilidad económica, oportunidades reales.
Según Jiménez, personas que definen el éxito solo por reconocimiento profesional o material pueden experimentar vacíos si no integran satisfacción personal o equilibrio emocional. En sus palabras, “podemos tener éxito en un área de la vida y sentirnos carentes en otra”.
Para ella, algunos de los pilares del éxito psicológico son:
Establecimiento de metas claras a corto, medio y largo plazo.
Motivación intrínseca frente a la extrínseca, es decir, perseguir lo que se valora personalmente, no solo lo que se espera de otros.
Alta autoestima y capacidad de recuperación tras el fracaso (“resiliencia”).
Jiménez advierte que el éxito no debe implicar sacrificios de salud mental, puesto que el costo emocional puede sobrepasar los beneficios materiales.
Otra perspectiva profesional
Para las psicólogas María Ramírez y Elena Troya tener éxito implica también una valoración del bienestar psicológico, definido como la satisfacción con la vida, el equilibrio emocional y las relaciones sociales saludables. Señalan que los hombres y mujeres comparten la mayoría de los factores del éxito, difieren en cómo sienten el apoyo social, el reconocimiento emocional y la importancia del equilibrio entre la vida laboral y personal.
Estas psicólogas señalan fundamentos teóricos como la teoría de la atribución (Weiner) y el locus de control, esenciales para que la persona perciba que puede influir en sus resultados. Además, los trabajos sociopsicológicos muestran que factores como la cultura, las expectativas familiares y las circunstancias económicas establecen qué parámetros se consideran éxito, y pueden limitar o expandir las definiciones individuales.
Factores comunes entre ambas versiones
Comparando ambas perspectivas, podemos identificar elementos que coinciden:
Definición personalizada: El éxito se define en base a los propios valores, no por estándares externos.
Motivación interna y resiliencia: Ser capaces de mantener impulso pese a obstáculos.
Autoestima y autoconocimiento: Saber quién eres, qué quieres, reconocer tus fortalezas y también tus limitaciones.
Equilibrio vital: Integrar vida personal, salud emocional, relaciones sociales.
Recursos externos: Apoyo social, económico, oportunidades reales.
Estos elementos coinciden con la psicología positiva, que enfatiza el bienestar subjetivo y la satisfacción vital como indicadores clave del éxito.
Implicaciones para la sociedad y el individuo
El redimensionamiento del éxito hacia variables más internas y subjetivas tiene importantes implicaciones:
En educación, impulsaría el desarrollo de competencias como la resiliencia, la autoestima, la autorreflexión.
En salud mental, podría reducir ansiedad o depresión asociadas con expectativas poco realistas de éxito basado solo en logros externos.
En políticas de bienestar, orientarse hacia mejorar condiciones sociales, económicas y de apoyo comunitario para que más personas puedan construir su definición de éxito.
El éxito se relaciona más con bienestar psicológico, autenticidad, autoestima, motivación interna y equilibrar lo externo con lo interno. Los estudios apuntan a que quienes integran estos elementos en sus vidas tienden a reportar mayores niveles de satisfacción y salud mental duradera, lo que redefine el éxito como una experiencia integral, no un destino fijo alcanzado solo por metas materiales.