Para muchos dueños, ver a su perro lamiéndose las patas es parte de la rutina diaria. Sin embargo, detrás de este comportamiento aparentemente inofensivo puede esconderse una señal de alerta. Harry Edward Chapman, fundador de la marca británica DotDotPet, explicó en una entrevista para The Sun que “muchos dueños desestiman este gesto como aburrimiento. En realidad, puede ser una señal temprana de incomodidad”.
El especialista resaltó la importancia de no naturalizar estas conductas. Los animales, al no poder expresarse con palabras, utilizan gestos y hábitos repetitivos para comunicar lo que sienten. En ese sentido, el lamido persistente de las patas podría ser el primer aviso. Esto indica que algo no está bien y que es momento de prestar atención.
Posibles causas detrás del comportamiento
El lamido excesivo de las patas en los perros puede tener múltiples causas. Una de las más frecuentes está relacionada con alergias, ya sea al polen, ciertos alimentos o productos de limpieza que entran en contacto con sus extremidades. Otra causa común es el dolor articular, especialmente en perros mayores o con artritis. Los perros buscan aliviar el malestar a través de este hábito.
Por otro lado, el estrés y la ansiedad también desempeñan un papel importante. Perros que enfrentan cambios en su entorno, como mudanzas, ausencia prolongada de sus dueños o la llegada de nuevos integrantes al hogar, pueden desarrollar este comportamiento como válvula de escape. Incluso, la presencia de parásitos externos, como pulgas o garrapatas, o el contacto con superficies tratadas con químicos, puede desencadenar la reacción.
Riesgos de ignorar las señales
Veterinarios señalan que aunque un perro puede lamerse de manera ocasional como parte de su higiene natural, cuando la conducta se repite con demasiada frecuencia se convierte en un problema. La humedad constante en la piel provoca que se generen infecciones bacterianas, irritaciones adicionales e incluso heridas abiertas. Estas aumentan el dolor y el malestar del animal.
El círculo vicioso es difícil de romper: el perro lame para aliviar la incomodidad, pero ese mismo acto empeora la situación, lo que lo lleva a lamer aún más. Este tipo de descuidos no solo afecta la salud física de la mascota. Además, afecta su bienestar emocional, al generar un estado de incomodidad permanente.
Cómo actuar frente a esta conducta
La clave está en la observación. Si el dueño nota que su perro se lame las patas de manera insistente, es fundamental registrar la frecuencia y los momentos en que ocurre. Este seguimiento puede facilitar el diagnóstico veterinario y evitar complicaciones.
Como medidas preventivas, los expertos sugieren lavar las patas con agua tibia después de los paseos, especialmente en zonas urbanas donde el contacto con químicos y suciedad es mayor. También es importante revisar las almohadillas y uñas de forma regular, mantener una alimentación equilibrada que reduzca el riesgo de alergias y ofrecer rutinas de ejercicio y juguetes interactivos para reducir la ansiedad y canalizar la energía.
En los casos en que el lamido persista o se acompañe de lesiones visibles, la visita al veterinario se vuelve indispensable. Solo un profesional podrá determinar si se trata de un problema dermatológico, un cuadro de dolor articular o una conducta derivada del estrés.
Comprender el lenguaje de nuestras mascotas
Chapman recordó que los perros, al igual que otros animales de compañía, se comunican constantemente a través de su lenguaje corporal. El lamido de patas, lejos de ser un simple tic, puede ser un grito silencioso de ayuda. “Escuchar lo que nuestro perro intenta comunicarnos es parte de cuidarlo de verdad”, concluyó el especialista.
La advertencia es clara: no se trata de alarmarse ante cada gesto, pero sí de reconocer cuándo un hábito cotidiano se convierte en una conducta repetitiva y persistente. Comprender estas señales es un paso esencial para garantizar la salud, la felicidad y la calidad de vida de los peludos.