A lo largo de su vida, Eloy Alfaro no solo fue conocido como presidente o revolucionario, sino también por una serie de sobrenombres que resumían su carácter, su lucha y su impacto continental. Desde apodos puestos por sus compañeros hasta títulos simbólicos otorgados por escritores y adversarios, cada uno reveló un aspecto distinto de su figura histórica.
La historia cuenta que, el primer sobrenombre fue ‘Águila Roja’, atribuido durante el combate del 5 de junio de 1864 en Manabí. Este habría sido su bautismo popular, nacido en la selva montuvia, donde sus camaradas vieron en él más que un líder: una señal de fuerza y destino. Ese combate fue la primera victoria de los montoneros liberales contra el régimen de Gabriel García Moreno.
De ‘Cóndor’ a ‘Viejo Luchador’
-
‘Cóndor de los Andes’: lo usaron escritores como José María Vargas Vila y, según se documenta en su correspondencia, José Martí.
-
En una carta de 1894, Vargas Vila escribió: “Usted, el Cóndor y yo seremos fieles a la promesa de restaurar el ideal.”
-
‘Viejo Luchador’: el más conocido en Ecuador, reflejando tanto su edad (53 años en 1895) como sus décadas de combate político.
Este último apodo fue asumido por aliados y enemigos, y se volvió símbolo de su persistencia. Lo utilizaron autores como Eugenio de Janón Alcívar (admirador) y Luis Robalino Dávila (opositor) en sus textos sobre Alfaro.
Otros apodos que dejaron huella
Además de los más populares, Alfaro fue descrito con diversos nombres que hablan del respeto, la burla o el homenaje póstumo:
-
‘General de las Derrotas’: usado por sus enemigos conservadores antes de 1895, en tono despectivo.
-
‘Garibaldi Americano’: escrito así por su secretario Ángel T. Barrera tras su asesinato en 1912.
-
‘Montonero de Montecristi’: título poético dado por Horacio Hidrovo Peñaherrera.
-
‘Viejo de Montecristi’: usado por el escritor quiteño Francisco Guarderas.
-
‘Mártir de El Ejido’: propuesto por el historiador manabita José Arteaga Parrales, en referencia al sitio de su linchamiento.
-
‘Ciudadano de América’: reconocimiento póstumo del general e intelectual Ángel Isaac Chiriboga.
Una historia con muchos nombres, un solo legado
Cada uno de estos apodos cuenta una parte de la historia. Algunos fueron nacidos del cariño y la admiración; otros, del desprecio o la crítica. Pero todos, sin excepción, construyeron la leyenda. Eloy Alfaro fue más que un político o un presidente: fue un símbolo que cruzó fronteras, encarnó ideales y dejó una huella que ni el tiempo ni el fuego pudieron borrar.