El 12 de julio de 1923 nació en La Plata, Argentina, el médico cirujano René Favaloro, cuyo legado científico y ético se convirtió en un pilar fundamental para la medicina moderna. Conocido mundialmente por el desarrollo y la implementación de la técnica del bypass coronario —una cirugía que revolucionó el tratamiento de la enfermedad coronaria—.
Favaloro dejó una marca indeleble que trasciende el ámbito científico para abrazar un compromiso social innegociable. Su vida, marcada por la dedicación y la coherencia, sirvió para demostrar que la ciencia y la conciencia social deben ir de la mano. A 102 años de su nacimiento, su figura sigue siendo un faro de integridad.
El bypass coronario: Un hito de la medicina
El hito que puso a René Favaloro en el mapa de la medicina mundial fue la primera aplicación práctica del bypass coronario el 9 de mayo de 1967 en la Cleveland Clinic, en Estados Unidos. Este procedimiento, también conocido como cirugía de revascularización miocárdica, consiste en utilizar un segmento de una vena (generalmente de la pierna) para crear un nuevo camino que desvíe el flujo sanguíneo, sorteando así una arteria coronaria obstruida.
La técnica resolvió el problema de la irrigación cuando había sectores de la arteria coronaria bloqueados, un avance crucial en el tratamiento de enfermedades cardíacas. La Fundación Favaloro, institución que él fundó, destaca que el bypass fue el “trabajo fundamental de su carrera”, un procedimiento que cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria.
Antes de esta innovación, las opciones de tratamiento eran limitadas y el pronóstico para los pacientes con arterias coronarias bloqueadas era sombrío. La técnica de Favaloro no solo aumentó la supervivencia, sino que también mejoró significativamente la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo. Este logro lo llevó a ser reconocido globalmente.
De La Plata a la cima de la cirugía mundial
René Gerónimo Favaloro nació en el humilde barrio de El Mondongo en La Plata, Argentina. Su infancia y juventud estuvieron marcadas por una educación rigurosa y un fuerte sentido de la ética del trabajo, inculcado por su padre, un ebanista, y su madre, una modista.
Estos valores cimentaron su visión de la medicina, que para él nunca fue un simple oficio, sino una vocación de servicio. Tras graduarse como médico, pasó 12 años ejerciendo en el pueblo rural de Jacinto Arauz, en la provincia de La Pampa, donde trabajó como médico rural y amplió su perspectiva sobre las profundas desigualdades sociales que afectaban a la salud de la población.
Fue en 1962 cuando decidió viajar a Estados Unidos para especializarse en cirugía torácica y cardiovascular en la Cleveland Clinic, donde su brillantez y dedicación lo llevaron a desarrollar la técnica que lo inmortalizaría. A pesar de los grandes logros y el reconocimiento internacional, Favaloro siempre mantuvo una perspectiva humilde y comprometida. Como él mismo afirmó en vida, su mayor anhelo era ser recordado como un docente, más que como un cirujano.
Un legado ético y de compromiso social de René Favaloro
Más allá de sus logros científicos, el verdadero legado de Favaloro radica en su inquebrantable compromiso social. Al regresar a Argentina en 1971, fundó la Fundación Favaloro, con el objetivo de combinar la atención médica de alta complejidad con la docencia y la investigación, garantizando que los beneficios de la medicina avanzada no fueran un privilegio para las minorías.
Esta institución se convirtió en un símbolo de la lucha por una salud más equitativa en un país que, en las décadas siguientes, enfrentaría profundas crisis económicas y políticas. Favaloro fue un incansable crítico de las desigualdades. En sus discursos y escritos, denunció la corrupción, la falta de políticas de salud pública y la mercantilización de la medicina.
Consideraba que la salud no podía ser reducida a un servicio de mercado y que el Estado tenía la obligación de garantizar el acceso a la atención para todos los ciudadanos. Su visión integral de la salud, que unía la ciencia con las realidades sociales y económicas, lo convirtió en una voz moral y ética en la sociedad argentina. Sus palabras y acciones se convirtieron en un llamado a la conciencia, una defensa de una medicina con valores arraigados en lo público y la equidad.
La herida que sigue abierta
El 29 de julio de 2000, a los 77 años, René Favaloro se quitó la vida en su departamento de Palermo, Buenos Aires. Su muerte fue un acto de profundo dolor y denuncia. En una serie de cartas que dejó, expuso los graves problemas financieros que enfrentaba la Fundación debido a las deudas millonarias de obras sociales, especialmente del PAMI. A pesar de sus reiterados pedidos de ayuda a funcionarios y empresarios, no recibió una respuesta favorable. Su decisión, cargada de simbolismo, evidenció las fallas estructurales del sistema de salud y la hipocresía social y política que ignoró su llamado.
La partida de Favaloro fue un golpe al corazón de Argentina. Su muerte puso en evidencia cómo un país puede abandonar a sus figuras más valiosas cuando estas se enfrentan a la indiferencia y a la falta de apoyo.
A más de dos décadas de su fallecimiento, su figura sigue siendo un recordatorio de que la ciencia sin conciencia, y el progreso sin equidad, no son sostenibles. Su legado sigue vivo en la Fundación Favaloro y en la memoria de quienes lo consideran un símbolo de la dignidad y la ética en la medicina, un hombre que no solo reparó corazones, sino que dedicó su vida a construir un país más justo. (10).