En San Clemente, parroquia Charapotó del cantón Sucre, los comuneros producen sal en 100 hectáreas de terreno.
Cavaban minas de 10 metros de largo por 3 de ancho, añadían agua y esperaban que la naturaleza formara el mineral. Esta técnica ancestral sustentaba a generaciones.
Ramón Navarrete, presidente de San Clemente, explica que las inundaciones de 2025 arrasaron todas las minas.
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“No quedó ninguna”, lamenta. Solo una llanura inmensa cubre ahora el paisaje.
Patricia Muñoz, comunera, señala que las salineras sostienen a 70 familias. En verano, durante cinco meses, producen sal y venden sacos de 100 libras por 5 dólares.
Sin minas, sin sustento en San Clemente
Muñoz, conteniendo lágrimas, afirma que este año no producirán sal. “Todo está enterrado”, dice. La pérdida de las minas elimina el ingreso principal de las familias.
Joaquín Castro, otro comunero, destaca la falta de apoyo gubernamental. “No tenemos ayuda real de las autoridades”, señala.
Los salineros necesitan maquinaria para excavar nuevas minas, cada máquina cuesta 50 dólares por hora, y se requieren ocho horas por mina.
Llamado a la asistencia
Navarrete menciona que el Gobierno apoya a afectados por el temporal invernal, pero San Clemente no recibe ayuda.
Sin embargo, muchos salineros desconocen los procesos virtuales para inscribirse en programas de asistencia.
“Ni siquiera tenemos computadoras”, explica Navarrete. Los comuneros esperan que brigadas de ayuda lleguen al territorio para brindar asistencia directa.
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La falta de minas amenaza el sustento de 70 familias. “San Clemente vivirá días duros”, advierte Navarrete, subrayando la urgencia de intervención.
Un futuro incierto
Los salineros de San Clemente preservaron su técnica ancestral durante décadas. Ahora, enfrentan la peor crisis de su historia tras perder sus minas.
En este contexto, sin recursos para recuperar las salineras, dependen de asistencia externa.
Navarrete insiste en la necesidad de maquinaria y apoyo técnico.