Restaurar los bosques a niveles del siglo XIX podría enfriar la Tierra en 0,34 grados Celsius, según un estudio publicado por investigadores de la Universidad de California, Riverside, en Communications Earth & Environment. Sin embargo, esta medida, que implica recuperar 12 millones de kilómetros cuadrados de bosques, no basta para contrarrestar el calentamiento global sin una reducción drástica de emisiones.
El estudio, liderado por el climatólogo Bob Allen de la UC Riverside, modeló un escenario de reforestación masiva equivalente a un 135% de la superficie de Estados Unidos, similar a plantar un billón de árboles. Desde el inicio de la era industrial, el planeta ha perdido aproximadamente 3 billones de árboles, casi la mitad de su cobertura forestal. La restauración propuesta reduciría la temperatura global en 0,34 °C, lo que representa una cuarta parte del calentamiento actual.
Allen enfatizó que “la reforestación no es la solución milagrosa”. Aunque los árboles absorben carbono, su impacto se amplifica por la emisión de compuestos orgánicos volátiles biogénicos (VOCB), que forman partículas que reflejan la luz solar y favorecen la creación de nubes, contribuyendo al enfriamiento. Estos efectos químicos, no considerados en muchos modelos climáticos, hacen que el impacto refrescante sea más significativo, según el estudio. Sin embargo, los beneficios varían por región. Los bosques tropicales generan un enfriamiento más intenso debido a su alta absorción de carbono y mayor producción de VOCB, con menor riesgo de efectos de oscurecimiento superficial, que puede calentar en latitudes altas.
La reforestación enfrenta limitaciones
La reforestación también afecta la calidad del aire. En el hemisferio norte, el modelo mostró una reducción del 2,5% en el polvo atmosférico. En los trópicos, los VOCB aumentaron la formación de aerosoles, empeorando la calidad del aire según las partículas, pero mejorándola en términos de ozono. “Esfuerzos más pequeños aún pueden tener un impacto real en los climas regionales”, afirmó Antony Thomas, coautor y estudiante de posgrado en la UC Riverside.
El estudio destaca que la reforestación masiva enfrenta limitaciones prácticas. Restaurar todos los bosques históricos implicaría recuperar tierras ocupadas por viviendas, cultivos y pastos, lo que plantea conflictos con la seguridad alimentaria. “Hay 8.000 millones de personas que alimentar”, señaló Allen. Los trópicos, donde la deforestación sigue activa, ofrecen las mejores oportunidades, pero requieren un equilibrio con el desarrollo económico.
Ruanda es un ejemplo exitoso, donde los ingresos del turismo por conservación forestal se reinvierten en comunidades locales, incentivando la protección de los bosques. Este modelo demuestra que la reforestación puede integrarse con beneficios económicos.
Limitaciones del modelo
El estudio, iniciado como un proyecto de modelado climático en la UC Riverside, utilizó datos de uso del suelo y simulaciones del sistema terrestre para evaluar los efectos de la reforestación. Los investigadores reconocen que el escenario modelado es improbable, ya que no considera las demandas actuales de tierra para agricultura o urbanización.
La deforestación en los trópicos continúa siendo un desafío global. Según datos del Global Forest Watch, entre 2001 y 2023, los trópicos perdieron 9,6 millones de hectáreas de cobertura arbórea primaria. La reforestación, aunque beneficiosa, debe complementarse con políticas de reducción de emisiones para ser efectiva.
El estudio subraya la importancia de priorizar áreas estratégicas para plantar árboles. Los bosques tropicales no solo enfrían más, sino que también almacenan carbono de manera eficiente. Sin embargo, sin medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, el impacto de la reforestación seguirá siendo limitado.
Llamado a la acción coordinada
Los investigadores instan a combinar la reforestación con estrategias de descarbonización. Iniciativas como las de Ruanda muestran que es posible alinear la conservación con el desarrollo económico, pero requieren políticas globales coordinadas. Los esfuerzos locales, como los de restauración a menor escala, también pueden generar beneficios climáticos y mejorar la calidad del aire regional.
El estudio refuerza que plantar árboles es una herramienta valiosa, pero no suficiente por sí sola. La reducción de emisiones sigue siendo el pilar fundamental para combatir el cambio climático, según los expertos de la UC Riverside.