La ola de violencia sin precedentes que azota Ecuador obligó al gobierno a declarar un estado de excepción. Daniel Noboa, quien enfrentará a Luisa González en la segunda vuelta electoral de abril, afirma que combatir el crimen será su prioridad si es reelegido. Sin embargo, no ha explicado qué le impidió abordar el problema antes.
Noboa asegura que ganar las elecciones del 13 de abril le permitirá intensificar la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. Insiste en que solo así se evitará que Ecuador se convierta en un “narcoestado”.
“Una de las principales cosas que hay que hacer para evitar un narcoestado es ganar estas elecciones. Y eso es lo que vamos a hacer. Vamos a ganar estas elecciones para evitar que este país se convierta en un narcoestado”, dijo Noboa en una entrevista.
Los niveles de brutalidad en las calles se reflejan en las cifras de homicidios, que aunque disminuyeron el año pasado, siguen siendo alarmantemente altos. Cárteles mexicanos como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación históricamente han utilizado Ecuador. Hace una década, funcionarios locales admitieron que el país servía de ruta de tránsito de cocaína, y desde entonces, el volumen que pasa por los puertos ecuatorianos solo ha aumentado.
Ecuador, guerra entre pandillas
La guerra entre pandillas por el control del narcotráfico comenzó primero en las cárceles y luego estalló en las calles mediante asesinatos, secuestros y amenazas. Pese a los esfuerzos gubernamentales, grupos criminales organizados operan en las provincias de Esmeraldas, Manabí, El Oro y Guayas. Su presencia ha generado un clima de terror en la población, dañando la imagen internacional y perjudicado la economía del país. Los noticieros reportan diariamente nuevas víctimas y extorsiones que obligan a negocios a cerrar. Niños son reclutados por grupos criminales, mientras las mujeres enfrentan violencia sexual. Hasta octubre de 2024, más de 80,000 personas en Ecuador se han visto forzadas a desplazarse a zonas más seguras, convirtiéndose en refugiados internos.
Ante este escenario, el país necesita no solo combatir los síntomas, sino una reforma radical del sistema judicial y acciones contra la corrupción, que probablemente sea una de las principales causas de la crisis actual. En este contexto, las promesas del candidato-presidente de resolver el problema suenan a mero discurso electoral, incapaz de eliminar el crimen callejero.