El parto respetado, también conocido como parto humanizado, se centra en ofrecer una atención personalizada que respete las elecciones de la mujer, como decidir quién la acompaña, la posición durante el trabajo de parto (sentada, en cuclillas o de pie) o evitar intervenciones médicas no justificadas. “Se trata de informar a la mujer en todo momento sobre los procedimientos y obtener su consentimiento previo”, señala la doctora Pilar Rojas. Este enfoque promueve el contacto piel con piel inmediato tras el nacimiento y el inicio temprano de la lactancia materna, fortaleciendo el vínculo materno-filial.
Históricamente, la posición tumbada durante el parto, común en hospitales, responde a la comodidad de los profesionales y a prácticas antiguas, como el interés de Luis XIV por observar los alumbramientos. Sin embargo, posiciones alternativas favorecen contracciones menos dolorosas y un proceso más natural. El parto respetado también minimiza procedimientos como episiotomías, tactos vaginales frecuentes o el uso de oxitocina, priorizando el proceso fisiológico del parto.
Consecuencias psicológicas de un parto no respetado
Un parto no respetado puede derivar en violencia obstétrica, reconocida como una forma de violencia de género. Según la ginecóloga Andrea Basurto, esto puede generar en la madre afectaciones emocionales como estrés, ansiedad, depresión postparto o trastorno de estrés postraumático. Además de impactar negativamente en su autoestima y relaciones interpersonales. “Un parto no respetado puede conllevar sentimientos de soledad y alteraciones en el vínculo materno-filial”, explica la especialista.
Este vínculo, esencial para el desarrollo emocional del bebé, se basa en la sintonía y empatía de la madre hacia las necesidades del recién nacido. Alteraciones en esta conexión pueden provocar en el bebé irritabilidad, dificultades para dormir o alimentarse, y, a largo plazo, problemas de desarrollo cognitivo, social y emocional, incluyendo un mayor riesgo de ansiedad y depresión.
Beneficios del parto humanizado
El parto respetado empodera a la madre, reduciendo el miedo y el estrés durante el alumbramiento. “Una mujer que se siente respetada y segura fortalece su confianza y el vínculo con su bebé”, afirma la psicóloga Andrea Delgado. La práctica del contacto piel con piel y la lactancia materna inmediata son clave para un mejor inicio de la lactancia y una conexión emocional más sólida.
Contexto y relevancia
En un contexto donde la violencia obstétrica sigue siendo un desafío. Esta iniciativa subraya la importancia de informar y empoderar a las mujeres en el proceso de parto. La sensibilización sobre sus derechos y opciones contribuye a reducir las consecuencias psicológicas de experiencias traumáticas, promoviendo un entorno de respeto y cuidado.
Las especialistas concluyen que el parto respetado no solo beneficia la salud emocional de la madre, sino que sienta las bases para un desarrollo saludable del bebé. “Respetar el proceso natural del parto es reconocer el papel activo de la mujer en uno de los momentos más significativos de su vida”, afirma la psicóloga.