Muchas familias ecuatorianas viven sin una casa propia. Algunas pagan arriendos muy caros, otras se van mudando de lugar en lugar, y hay quienes viven en condiciones muy difíciles, en casas que no son seguras o que no tienen los servicios básicos.
Se habla poco de esto, pero el problema es grande. El déficit habitacional, como le llaman los expertos, afecta a millones de personas.
Tener una casa no es un lujo. Es una necesidad. Es el lugar donde una familia puede estar tranquila, criar a sus hijos, vivir con dignidad. Una casa da estabilidad, protege del frío y del peligro, y es el primer paso para que una persona piense en su futuro con esperanza. Por eso, el Estado tiene que hacer más. No podemos seguir dejando este problema solo en manos de cada familia, como si fuera su culpa no tener dónde vivir.
El gobierno tiene que impulsar planes serios de vivienda para los que más lo necesitan. No hablamos de promesas que suenan bien en campaña, sino de proyectos reales: construir casas accesibles, mejorar barrios, dar créditos justos, facilitar terrenos. No todos tienen cómo pagar una casa al contado, ni siquiera con un crédito. Hay que pensar en soluciones pensadas para la realidad de la gente común.
Sabemos que tal vez esto no dé muchos aplausos en el corto plazo. Tal vez no sea un proyecto que gane elecciones. Pero sí es un proyecto que cambia vidas. Atender las necesidades básicas de las personas, como tener una vivienda digna, es lo que realmente importa en un país. Y eso debería ser la prioridad de cualquier gobierno.
Además, impulsar la vivienda también mueve la economía. Construir casas genera empleo. Mejora los barrios. Hace que más familias se integren a la vida productiva. Es una inversión que tiene efectos en cadena, positivos y duraderos.
La pobreza no se combate solo con discursos. Se combate con políticas que cambian la vida diaria de la gente. Y pocas cosas cambian tanto la vida como poder decir: “esta es mi casa”.
Por eso, desde aquí pedimos al gobierno que ponga el tema de la vivienda sobre la mesa. Que lo convierta en política de Estado, no en promesa de campaña. No hay futuro posible para un país donde millones de personas no tienen dónde vivir con dignidad. Porque una casa no lo es todo, pero sin casa no hay nada.