Willian Pacho, el hijo prodigio de Quinindé, está a punto de hacer historia en el fútbol mundial.
Este sábado, 31 de mayo, el defensor de 23 años tendrá la oportunidad de alzar la Champions con el Paris Saint-Germain, enfrentándose al Inter de Milán en la final en el Allianz Arena.
Pacho, en particular, es una figura inspiradora. Llegó al PSG tras brillar en Independiente del Valle, Royal Antwerp y Eintracht Frankfurt, siempre con un perfil bajo pero con una presencia imponente en la cancha. Es el jugador con más minutos en el equipo parisino esta temporada, un testimonio de la confianza que Luis Enrique ha depositado en su solidez defensiva y su capacidad para leer el juego. Su estilo, sereno pero implacable, lo ha convertido en un central de élite, comparado por algunos con los mejores del mundo. A diferencia de Antonio Valencia, el primer ecuatoriano en disputar una final de Champions, Pacho ha escalado hasta este escenario sin el foco mediático, demostrando que el talento y la disciplina pueden hablar más alto que la prensa.
En el PSG, Pacho comparte vestuario con figuras como Dembélé, quien ha renacido en 2025 con 25 goles en 25 partidos, liderando la ofensiva parisina con su desborde y creatividad; Vitinha, el cerebro del mediocampo que ha elevado su juego a niveles estelares; Donnarumma, un muro en la portería que aporta seguridad; y Achraf Hakimi, el lateral marroquí cuya velocidad y calidad han sido clave en ambos costados del campo. Este cuarteto, junto a Pacho, representa la nueva cara de un PSG que ha dejado atrás la dependencia de nombres rutilantes como Neymar, Messi o Mbappé, quienes, a pesar de su brillo, no pudieron romper la barrera en Europa.
En Ecuador, Pacho es un tesoro que aún no ha sido completamente valorado por los medios nacionales. Su ascenso ha sido silencioso, pero su impacto es innegable, tanto en el PSG como en la selección, donde su liderazgo en la defensa es un pilar para un equipo que aún busca grandes glorias. Esta final no es solo una oportunidad para que el PSG rompa su maldición en la Champions, sino también para que Pacho se consagre como un embajador del fútbol ecuatoriano. Ganar sería histórico: el primer ecuatoriano en levantar la Champions, un logro que pondría a Quinindé y a todo Ecuador en el mapa del fútbol mundial.
Cuando Pacho salga al césped del Allianz Arena, llevará consigo el orgullo de un país. Su historia es la de un joven que, desde un rincón de Ecuador, ha conquistado Europa con humildad y trabajo. Que juegue con la misma calma y determinación que lo han llevado hasta aquí, acompañado por la magia de Dembélé, la visión de Vitinha, la seguridad de Donnarumma y la energía de Hakimi. Que el mundo vea que el PSG, sin las megaestrellas del pasado, ha encontrado en este grupo su fórmula ganadora. ¡Vamos, Pacho, a escribir la historia de Ecuador en la cima del fútbol!