La designación de Manabí como Región Mundial de Gastronomía 2026 es una oportunidad estratégica que debe ser aprovechada más allá de la promoción turística y de la sazón regional. Esta distinción, otorgada por el Instituto de Gastronomía, Cultura, Arte y Turismo (IGCAT), tiene que servir como plataforma para consolidar una identidad regional que combine cultura, sabor y productividad.
El Gobierno Provincial ha acertado al enfocar buena parte de sus esfuerzos en posicionar la imagen de Manabí como destino gastronómico. Sin embargo, esta visión no debe quedarse en lo simbólico. El respaldo a las agroindustrias locales, mediante alianzas y promoción de productos con sello manabita, es fundamental para que esta declaratoria tenga un impacto económico real y sostenible.
Es indudable que la cocina manabita goza de prestigio y reconocimiento nacional. Esa fortaleza debe integrarse con la cadena productiva local para generar valor agregado, empleo y exportación de bienes con identidad regional.
Es momento de que autoridades, emprendedores y agroindustriales trabajen en conjunto. No basta con que la gastronomía sea vitrina; hay que convertirla en motor de desarrollo.
Una marca regional sólida se construye con constancia, inversión y colaboración.