Solo esa palabra encierra el verdadero significado del amor: sincero, sin adornos ni mentiras, protector, generoso, capaz de entregarlo todo sin esperar nada a cambio, incluso su vida, por el cariño de sus hijos.
Madre es el ser más admirable sobre la Tierra; su amor es tan profundo que resulta imposible describirlo con justicia.
Madre es la creación más noble de Dios en este mundo. Sin ella, la vida humana no existiría. Su cuerpo acoge la semilla de la vida y da origen a la familia, el pilar más valioso de nuestra sociedad.
El Día de la Madre se celebra cada segundo domingo de mayo. Sin embargo, su presencia merece ser reconocida cada día del año. Es la ocasión ideal para expresarle nuestro cariño, pedirle perdón, agradecerle por la vida y por sus cuidados. Gracias por todo, madre querida.
No espera recompensas. Solo quiere compartir un momento contigo. Es incansable: te llevó nueve meses en su vientre, te alimentó, te protegió. Para ella no hay horarios ni fechas marcadas cuando se trata de cuidarte en los momentos difíciles.
Una madre daría su vida por ti si hiciera falta. Cuida de sus hijos hasta que las fuerzas se agotan. Por eso, en este día, invito a todos los hijos a valorar a sus madres, a tratarlas con respeto, sin gritos ni agresiones. Solo se pide presencia, compañía, afecto.
No vengo a señalar a nadie ni a lanzar la primera piedra, porque todos cometemos errores. Quiero usar estas líneas para decirte cuánto te amo, Anita Griselda. Siempre te amaré, hasta la eternidad. También te pido perdón, en nombre de todos los hijos, a ti y a todas las madres del mundo, por nuestras fallas. Mil disculpas, madres queridas.