La contaminación visual es molestosa y la auditiva es peor, y Portoviejo se está volviendo una ciudad con mucha de ambas.
Actualmente, uno de los inconvenientes que incrementa esta situación son las motos. Donde mires en Portoviejo, encontrarás motos. Es un medio de transporte accesible —económicamente hablando—, de fácil movilidad, de libre uso, obviamente si se tiene la documentación correspondiente. Hasta ahí es lo normal.
El problema nace, en mi opinión, cuando gran parte de quienes conducen las motos va a alta velocidad en lugares que tienen un límite establecido y señalizado; cuando no utilizan el casco los conductores y los pasajeros; cuando creen que pueden rebasar por donde les dé la gana porque su vehículo es pequeño, y van imparables sin importarles lo que puedan llegar a afectar a otros conductores. Circulan en contravía y por las aceras.
Para mí, los motociclistas —no todos, aclaro, pero sí en gran porcentaje— son seres indomables que creen que tienen más derecho que otros; lamentablemente, es lo que se refleja en las calles. He hablado con tantos conductores que opinan igual y quienes, al manejar, han tenido amargas experiencias.
Me gustaría que, en cualquier momento, se detengan a observar las calles (sobre todo las avenidas); parece que hay carreras de velocidad con obstáculos.
Portoviejo es una ciudad con distancias relativamente cortas. Si la gente fuera respetuosa de las normas de tránsito, estoy segura de que el tráfico fluiría normal. Lamentablemente, hay conductores que siempre andan al apuro, rebasando a lo loco para ganar un parqueo o un puesto en la columna. Es insana la forma de conducir de ciertas personas, y lo peor es que se ofenden si les reclaman.
Hace pocos días hice una visita “flash” a Ciudad de Panamá, y más allá de parecerme una urbe bonita, caí en cuenta de que casi no vi motos. Me pareció que, a pesar de ser la capital de un país, la gente no es desesperada; más bien educada al conducir, por eso el tráfico fluye.
Puedo entender que se considere a Lima, Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires y São Paulo las ciudades más conflictivas para conducir por su extensión, población, número de vehículos; pero no concibo cómo en ciudades pequeñas puede haber tanto congestionamiento e infracciones a las normas. Seguramente existen fallas en la señalética y movilidad, pero las imprudencias al volante caotizan todo. Es un tema que necesita atención urgente.
@AndreaLimongiS