La reciente muerte de neonatos en un hospital de Guayaquil sacude con fuerza la conciencia nacional y pone en evidencia, una vez más, las fallas estructurales que persisten en el sistema de salud pública.
La Fiscalía ha iniciado una investigación para esclarecer las causas de esta desgracia, pero el daño ya está hecho y el clamor ciudadano exige respuestas claras y acciones contundentes. No basta con separar a funcionarios; hay que aplicar medidas de control permanente que garanticen que estos hechos no se repitan.
Este triste episodio no debe ser visto como un hecho aislado. De hecho, se ha presentado antes en casas de salud de Manabí y otras provincias. Sin embargo, es un llamado a que se tome en cuenta la calidad y la seguridad en la atención médica en las unidades de salud públicas. La falta de insumos, personal capacitado y protocolos adecuados no pueden ser excusas sino retos que el sistema debe superar con urgencia.
Es urgente que las autoridades asuman su papel con responsabilidad y transparencia, y que también garanticen que estos lamentables sucesos no se repitan. La sociedad ecuatoriana merece un sistema de salud confiable, eficiente y que proteja la vida desde el primer minuto.