George Soros, nacido en Hungría en 1930, uno de mayores multimillonarios, según él, busca un cambio político en el mundo.
Es un “filántropo” que financia cientos de miles de ONG y fundaciones, sobre todo en países en vías de desarrollo. Subordina, a través de sus redes, a las organizaciones que reciben sus recursos. El verdadero origen de los fondos está en los círculos bancarios más poderosos del mundo, quienes buscan crear un Nuevo Orden Mundial de carácter fascista.
Los colosales fondos que maneja son canalizados a través de la “Open Society Foundations”, y que actúa de manera intensiva desde 1979 por intermedio de miles de entidades de fachada encubridora.
Los ríos de dinero canalizados por las entidades de Soros están orientados al control de sectores “progresistas” del mundo entero, donde sus activistas promueven, con el respaldo de cientos de miles de medios de comunicación, las políticas proaborto, de género (donde buscan que cuando menos un tercio de varones hagan parejas entre sí, y, de modo similar, un tercio de mujeres, de tal modo que no tengan descendencia; es una forma de control y reducción poblacional): es el más grande promotor de los grupos LGBT y gobiernos que apoyan estas políticas.
Las tesis del globalismo impulsadas por este multimillonario malthusiano eran el eje del discurso de Kamala Harris y del Partido Demócrata, entidad en la que mantiene una decisiva influencia desde hace años. Su injerencia “progresista” ha sido nociva en extremo. Le robaron la candidatura demócrata a Bernie Sanders, que no representaba a ningún monopolio, para entregarla a Hillary Clinton (del Club Bilderberg), quien perdió la elección final contra Donald Trump. Bloqueó las elecciones primarias en el Partido Demócrata para impedir la candidatura de Robert Kennedy Jr., propiciando al binomio del complejo industrial militar de Joe Biden y Kamala Harris, que en el 2020 se entronizó en el poder con elecciones más que turbias. Ahora triunfó de largo Trump porque decenas de millones de familias católicas y evangélicas miraron en él, en forma masiva, la única forma de proteger a sus familias y derrotar las tesis promovidas por Soros.
En América Latina a la izquierda histórica la fueron desapareciendo, en forma planificada, para sustituirla por la “izquierda” globalista y sus tesis. Las propuestas del socialismo peruano y Alfonso Barrantes ya no existen. Las ideas de Salvador Allende han sido sustituidas por las novelerías de Boric. En Argentina se subordinaron a los Kirchner y Fernández, desapareciendo como opción propia, dejando el campo libre para Javier Milei. En Ecuador, abrazando esta misma metodología, sucede lo mismo, prestándole el hombro de su militancia, una vez más, al correísmo privatizador y represor, similar opción al otro finalista. ¿Esta es la izquierda?