En los últimos años la economía se ha constituido uno de los temas más relevantes en la vida diaria del país, en virtud de que es parte de nuestra forma de vida, sea en el quehacer de los individuos, empresas, organizaciones y/o instituciones, y asimismo en el conjunto de la nación.
En algunos casos se habla en términos sencillos, como cuánto gana o cuánto gasta una familia, o, en su defecto, en ámbitos más formales, se precisa sobre las ventas, precios, ganancias de las empresas en sus distintos tamaños; sin embargo, cuando se habla o debate sobre la economía del país, el diálogo se vuelve más ideológico, técnico y lleno de esquemas teóricos o juicios de valor, formulaciones matemáticas, análisis estadísticos, etc.
Desde mi punto de vista, existen dos enfoques que ayudan a entender de manera sencilla el funcionamiento e importancia de la economía. Por un lado, está el análisis macroeconómico, que permite tener una visualización de cómo se desarrolla el país en su conjunto. Para esto, se hace uso de los grandes agregados o indicadores macroeconómicos, entre los que destacan el Producto Interno Bruto (PIB), que suma la producción de bienes y servicios durante un año; asimismo, el empleo, desempleo, inflación, exportaciones, importaciones, balanza comercial, endeudamiento público, recaudaciones tributarias, gasto público, déficit fiscal, tasas de interés, entre otros.
La otra manera de ver el desenvolvimiento de una economía es a través del enfoque microeconómico, que permite analizar el desarrollo de aspectos específicos relacionados con los sectores productivo (industria, comercio, turismo, etc.), empresas que realizan distintas actividades económicas, así como la familia o individuos. Entre los indicadores que facilitan esta visión están los niveles de producción, tipos de productos, mercados, costos, precios, número de personas empleadas, salarios y préstamos.
Dada la subdivisión anterior, se puede concluir que la economía ha tenido y tiene un alto nivel de importancia, ya que, dependiendo de cómo se desarrolle en cualquiera de los dos enfoques, se van a ver afectados el crecimiento y el desarrollo de un país, de un sector productivo y/o empresarial, o el bienestar social de la colectividad y/o de las familias, constituyéndose este en un aspecto que algunos gobiernos no han entendido, y de allí el fracaso de las políticas que se han implementado. El país, por lo tanto, requiere que quienes gobiernen entiendan claramente que los cambios deben beneficiar a todos por igual, y no solamente a un grupo o segmento de la sociedad. Será, por lo tanto, necesario que la economía fluya tanto en el ámbito macro, así como en el microeconómico.