Las condiciones de vida en Ecuador se deterioran para la mayoría de la población. El aumento del costo de la canasta básica, el encarecimiento de servicios, la falta de empleo formal y la inseguridad afectan la calidad de vida. No se trata solo de estadísticas: son partes de la diaria realidad que los ciudadanos se ven empujados a enfrentar.
La inseguridad no es un problema aislado, sino un síntoma de un sistema social debilitado. Sin empleo digno, sin servicios básicos confiables y sin un entorno seguro, cualquier medida puntual no pasa de ser un parche que, a la postre, no soluciona mucho. No basta con más policías ni con subsidios temporales: se requiere un plan integral que articule seguridad ciudadana, dinamización económica, inversión en educación y salud, y fortalecimiento de redes comunitarias.
Ese plan debe partir de reconocer que la crisis no es solo de violencia, sino de oportunidades y de confianza. Que vivir en Ecuador vuelva a significar esperanza y no resignación exige de sus autoridades liderazgo, transparencia y acciones medibles. El país necesita más visión y soluciones que devuelvan la dignidad cotidiana a sus ciudadanos.