Días anteriores conversaba con Don José Valencia, agricultor y destacado dirigente campesino del sector Santa Teresita, parroquia Charapotó, cantón Sucre, provincia de Manabí, uno de esos amigos que nos va dejando el trajinar en el servicio público.
Me decía que requiere un apoyo, una oportunidad para poder reactivarse, comentando que lamentablemente está castigado en la banca estatal en proceso coactivo, por un crédito que le otorgaron de hasta $20.000 y que no ha podido pagarlo debido a problemas que se le presentaron en sus actividades, lo cual le impide acceder a nuevo financiamiento.
Así como Don José, pueden haber en el país quizás unas 500, o 1.000 o tal vez más personas que tienen similares inconvenientes y que necesitan un auxilio del Gobierno para nuevamente resurgir. Me decía: “vengo ejecutando con mis propios recursos económicos el proyecto arroz pato, que es un sistema de cultivo de arroz que integra la crianza de patos, aprovechando las características de estas aves para controlar plagas, malezas y fertilizar el suelo de manera natural; además, genera ingresos económicos adicionales en la venta de carne y huevos. Quiero incrementar la crianza y venta de patos”. Y exclamaba: “¡Pero no tengo suficiente dinero!”.
Entonces, se me vino a la mente que de esta importante conversación nace una propuesta, y se justifica, considerando que los diferentes gobiernos en el transcurrir del tiempo han condonado deudas a los agricultores, con montos económicos distintos, pero ha faltado un segmento en el rango de $10.001 hasta $20.000, no para condonar, sino para proponer un crédito que bien podría denominarse de “salvación”. Este consiste en otorgar un nuevo crédito para aquellos deudores de BanEcuador que se encuentran en la etapa coactiva y que no han podido cancelar su préstamo de hasta $20.000, con la finalidad de que puedan pagar el crédito anterior y el que se le va a conferir, a una tasa de interés preferencial, para lo cual deberán presentar un proyecto debidamente sustentado y justificado que obtenga mínimo una rentabilidad del 40% y contribuya a la creación de empleo.
Estas personas son los llamados deudores de buena fe, que quieren pagar sus deudas, pero que no pueden. Y como dijo Michael P. Watson: “Las personas fuertes no tumban a las otras, las ayudan a levantarse”.