No cabe duda, Ecuador es un país polarizado. En buena parte esta polarización es consecuencia de la politiquería, es decir, de la política mal entendida y mal practicada.
Cada cual jala el agua para su molino; no existe concepto o compromiso de Patria. Este hecho lamentable se puso de manifiesto en las dos últimas campañas electorales: 16 candidatos a la presidencia y cientos de aspirantes a una curul legislativa. No se vio programas de gobierno, sino discursos vacuos y demagógicos.
Esto debe cambiar. El país requiere una conciliación, es decir, un llamado a la concordia nacional, para lo cual se requiere buena voluntad, desprendimiento, renunciamiento a intereses mezquinos en búsqueda de la unidad de los ecuatorianos. Solo unidos seremos grandes e invencibles.
Ecuador es un país diverso, como lo reconoce la Constitución en su artículo 3, donde determina que “es deber ineludible del Estado fomentar la unidad en la diversidad”. Somos ricos en culturas, tradiciones, deporte, en recursos naturales y en el trabajo de su gente que forja nuestra grandeza. Esto no debe constituirse en óbice para el fomento de la unidad; más bien, unirnos dentro de esa diversidad y que cada uno de los ecuatorianos seamos portadores y aportantes de nuestros valores, actitudes, capacidades y fortalezas para trabajar con honestidad en cada una de las áreas en que nos ocupemos.
Que los servidores del Estado sean personas capacitadas y honestas para brindar una atención con profesionalismo, oportunidad, buena voluntad a los usuarios, especialmente en el sector de la salud. Que los médicos, cuando estén atendiendo a un paciente, dejen a un lado el celular y se dirijan al doliente de buenas maneras.
La conciliación nacional debe empezar por los gobernantes, actuar con sentido de Patria, sin egoísmos, sin persecuciones ni mezquindades, eliminando el centralismo perjudicial. El gobernante debe actuar como el buen padre de familia que trata a sus hijos con equidad, sin privilegios o injusticias; el presupuesto del Estado debe repartirse a todas las regiones o provincias, consejos provinciales y concejos municipales o parroquiales, oportunamente. Los gobernantes deben comprender que se los eligió para servir y trabajar por el bien común de los asociados.
Para que se realice la conciliación debe invitarse a un diálogo constructivo, conversar, encontrar soluciones; también significa declinar viejos rencores, con generosidad y altruismo.
Ecuador es un país donde las mayorías comulgan con la fe católica, que muchos expresidentes, e incluido el actual, se reunieron con el hoy fallecido Papa Francisco. Deseo que sus enseñanzas hayan calado en la conciencia de ellos y sean verdaderos cristianos no solo por figuración, sino por convicción y acción.