El domingo que sufragué, en favor de la opción de la libertad, por supuesto, me llamó la atención ver a adultos mayores, algunos muy viejitos, ejerciendo su derecho al voto facultativo. Por su edad, no tienen la obligación de elegir dignidades políticas en los procesos democráticos; sin embargo, su convicción y deber para con el país, les motivó a concurrir a las urnas y defender la democracia.
Los adultos mayores se unieron en la lucha por la libertad de Ecuador y gracias a ellos, los resultados electorales fueron una victoria histórica. Este artículo es para agradecerles porque su importante participación, basada en la experiencia y memoria de la historia política del país, les permitió un voto razonado y con conciencia; en su criterio prima la sabiduría sobre la emoción o el fanatismo. También, recordaron al país que son un grupo demográfico sustancial, capaz de influenciar acertadamente en la opinión y argumento político de los más jóvenes.
No cabe duda que al ejercer su derecho al sufragio, alzaron su voz para que sus derechos e intereses sean respetados, fortalecidos y protegidos.
Es increíble que mientras algunos ecuatorianos encuentren razones para no cumplir con su obligación democrática, los adultos mayores den ejemplo de civismo y esto debe quedar en la memoria de los dignidades electas, para que actúen con gratitud y conciencia, trabajando aún más en el fortalecimiento de las políticas públicas que los benefician.
Los abuelitos, que también votaron por Velasco Ibarra, el domingo 13 de abril enseñaron que algunos de sus principales valores son la solidaridad y empatía, porque quieren que las futuras generaciones tengan oportunidades, trabajo, libertad y desarrollo; tal vez algunos de ellos no podrán palpar inmediatamente los beneficios de un gobierno nuevo, pero su comprensión a largo plazo les hizo actuar pensando en el futuro para sus hijos y nietos.
Como ecuatorianos, como seres humanos, es nuestro deber garantizar su participación efectiva en la sociedad, dándoles un sentido de pertenencia, que les motive y brinde un propósito de vida. No debemos aislarlos, antes bien, escucharlos, amarlos, valorarlos y conectarnos con sus pensamientos.
Que el agradecimiento a los adultos mayores no quede en frases ni posteos digitales; que se demuestre con acciones de verdad desde las políticas públicas. Gracias abuelitos por robustecer la democracia e inaugurar un nuevo Ecuador.