El año 2025 se perfila como uno de los más complejos para el gobierno.
Ecuador no solo arrastra un elevado déficit fiscal, que al momento se ha convertido en crónico, sino que también enfrenta un abultado calendario de pagos de deuda externa, tanto al Fondo Monetario Internacional como a otros acreedores y tenedores de bonos, lo cual amenaza con colapsar las finanzas públicas si no se toman medidas urgentes y adecuadas.
El déficit fiscal proyectado para 2025 supera los 5.600 millones de dólares, mientras que se arrastran aproximadamente 11.500 millones, y lo que es peor, los compromisos de deuda externa e interna para este año rondan cifras similares. Implica que Ecuador deberá buscar, contrarreloj, formas de financiarse sin ahogar aún más la economía interna y sin perder la confianza de los multilaterales y los mercados financieros.
Hasta ahora, la estrategia gubernamental ha sido navegar el día a día, resolviendo situaciones puntuales, buscando financiamiento de todo tipo; ha buscado, de entre acreedores internacionales, acuerdos parciales y medidas de alivio que, si bien son alicientes a corto plazo, en el largo plazo la problemática persiste. Esto hace evidente la necesidad urgente de un modelo económico sostenible en el largo plazo.
El presidente Noboa debe demostrar sus cualidades de estadista; se requiere una hoja de ruta clara. Necesita con urgencia una reforma fiscal que combata frontalmente la evasión tributaria y elimine privilegios fiscales a los sectores económicos fuertes, sin afectar a las clases medias y populares. Es hora de que se cumpla con el principio básico de los impuestos: “quien más tiene, más paga”. No se puede permitir que quienes más tienen tributen menos proporcionalmente.
El gasto público debe ser racionalizado, es verdad. Pero no desde las perspectivas de aquellos que sostienen que se congelen los salarios, que se eliminen los subsidios, que se ataque a la salud y a la educación. Es decir, no se trata de un ejercicio de recortar por recortar, sino priorizar: menos gasto improductivo, más inversión en salud, educación y seguridad. Cada dólar debe ser invertido con transparencia para evitar su fuga.
2025 medirá la capacidad del joven presidente, capaz de tomar decisiones difíciles en el momento correcto. No se trata de hacer más de lo mismo, buscar crédito internacional y aumentar la deuda externa, eliminar subsidios a los combustibles como ya se señala, sino que se trata de renegociar inteligentemente la deuda externa y que las medidas económicas que se adopten marquen el rumbo de los próximos años.