Un ambiente de preocupación e incertidumbre se respira en ambos lados del malecón de Crucita, afectado por el oleaje y aguaje. En la zona turística, donde están cinco de los 20 socavones más grandes en calles y aceras, los dueños de hoteles y restaurantes ya sienten los estragos por la baja afluencia de visitantes. Mientras que, en el lado sur, decenas de pescadores artesanales están varados y perdieron gran parte de sus herramientas.
Según el pronóstico del Inocar, las condiciones de aguaje y oleaje a lo largo del perfil costero debían terminar este 1 de abril, pero para Pamela Giler, eso no es garantía de que la situación mejore. La panadería en la que trabaja está frente a uno de los hundimientos más críticos. “Mire, aquí la calle podría hundirse. Toda la parte de abajo se está quedando sin la piedra”, dijo la mujer, quien el domingo pasado vio su local inundarse por las fuertes olas cruzaron la avenida.
Sector pesquero en crisis
En Balsamaragua, ubicado en la parte sur del malecón, el sector pesquero está paralizado, con 50 embarcaciones varadas, según Rogelio Mejía, dirigente que representa a cerca de 5 mil pescadores de Crucita. El oleaje destruyó cabañas de protección, redes y una lancha. Cada embarcación sostiene a tres familias, que ahora están sin ingresos, mencionó. Indicó que las rampas de acceso están bloqueadas por piedras, y sin intervención de la Prefectura o el Municipio, los pescadores no pueden trabajar. “Estamos a tres metros de una casa que podría colapsar”, advirtió.
Por su parte, las familias de Balsamaragua permanecen en la zona, colocando sacos para proteger sus hogares, pero no tienen a dónde ir. En la zona, los pescadores tuvieron que estacionar algunas embarcaciones en calles cercanas, mientras que personal de Portoaguas tuvo que reparar una tubería de agua potable. Este tramo, donde hay al menos tres socavones, no está dentro de la obra ejecutada por la Prefectura de Manabí; sin embargo, fue intervenida con colocación de piedras.
Allí, mientras los pescadores cuestionan la eficacia de los trabajos, desde la dirección municipal de Riesgos, Roberto Briones señala que el problema se debe a que muchos de ellos se opusieron a la colocación del material.
Intervención en el malecón de Crucita
Diana Castro, presidenta del GAD Parroquial de Crucita, confirmó que la cifra de socavones aumentó de 15 a 20, desde Los Arenales hasta Balsamaragua. El 31 de marzo, el prefecto de Manabí, Leonardo Orlando, evaluó los daños junto a un equipo técnico. Allí comprometió una máquina para reubicar las piedras escolleras desplazadas.
Además, informó que en los próximos días, se transportará más piedra escollera desde San Vicente para reforzar el malecón. Por su parte, la Alcaldía de Portoviejo apoyará con personal para barrer tras la limpieza, detalló Roberto Briones, director municipal de Riesgos.
La ampliación del malecón es una obra ejecutada por la Prefectura de Manabí con una inversión de $1.360.922,24. Fue culminada en diciembre de 2024, pero aún no está entregada, permitiendo su intervención bajo garantía, acotó Castro. Los trabajos de ampliación y mejoramiento se realizaron en un tramo de 2,5 kilómetros del malecón. La obra incluyó asfaltado, protección con piedra escollera, aceras y bordillos.
Crucita y su vulnerabilidad y exposición a las mareas
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Comportamiento de las mareas: Según tablas de mareas disponibles (como las de Windfinder o Tablademareas.com), Crucita experimenta mareas semidiurnas con dos pleamares y dos bajamares diarias. En enero de 2025, por ejemplo, la amplitud promedio oscila entre 2 y 3 metros, influenciada por aguajes (mareas vivas) que coinciden con lunas llenas o nuevas.
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Aguajes y eventos extremos: En los últimos años, incluyendo 2024 y principios de 2025, los aguajes han intensificado las mareas, elevando el nivel del mar por encima de lo habitual. Esto, combinado con oleaje fuerte, ha generado inundaciones y daños en el malecón y zonas aledañas, como se reportó en diciembre de 2024 y marzo de 2025.
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Condiciones habituales: El oleaje en Crucita varía según la temporada y fenómenos climáticos. En condiciones normales, las olas tienen alturas de 0.5 a 1 metro, según datos históricos del Instituto Oceanográfico de la Armada (INOCAR).
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Oleaje extremo: En eventos recientes, como el registrado el 30-31 de marzo de 2025, el oleaje alcanzó alturas significativas (estimadas entre 1.5 y 2 metros o más), causando socavones y colapsos en el malecón. En diciembre de 2024, olas de similar magnitud erosionaron tramos costeros y derribaron estructuras. Estos episodios suelen originarse en el noroeste del Pacífico y se intensifican durante aguajes.
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Frecuencia: Desde 2023, se han documentado al menos tres eventos anuales de oleaje fuerte en Crucita, con picos en enero, febrero y diciembre, afectando la infraestructura costera.
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Factores de riesgo: Crucita es altamente vulnerable debido a su ubicación en la línea costera, su baja elevación sobre el nivel del mar y la erosión progresiva de su litoral. La combinación de mareas altas, oleaje intenso y lluvias (como las de la temporada invernal) agrava el deterioro de la infraestructura y pone en riesgo a viviendas y comercios cercanos a la playa.
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Eventos recientes: En marzo de 2025, un oleaje fuerte dejó tres socavones en el malecón, uno crítico cerca de las letras distintivas, con colapsos de veredas y riesgo de desplome en la vía adyacente. En diciembre de 2024, se reportaron inundaciones, colapso de postes y daños a locales comerciales. En enero de 2023, un muelle pesquero perdió 30 bloques de concreto por la fuerza del mar.
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Impacto social y económico: La vulnerabilidad afecta a pescadores, comerciantes y turistas. En enero de 2025, las visitas cayeron un 50% tras un oleaje que dejó escombros y arena en el malecón, según comerciantes locales. Las comunidades como Las Gilces y Los Ranchos han visto casas y edificaciones dañadas, con evacuaciones ocasionales (18 personas en enero de 2023).
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Gestión de riesgos: El Municipio de Portoviejo y la Prefectura de Manabí han respondido con medidas como acordonamiento de zonas, limpieza y colocación de piedra escollera, pero la recurrencia de estos eventos supera a veces la capacidad de respuesta.