Nancy es pura fuerza. Empuña la pala y levanta la arena para mezclarla con el cemento.
Ella es albañil. Sí, ese trabajo que generalmente lo realizan hombres, Nancy Cabeza lo ejecuta con total facilidad.
Ella tiene 40 años; sin embargo, su fuerza es de una persona de una edad menor.
Nancy relata que todo empezó cuando veía a su marido trabajar como albañil.
Fue allí como poco a poco, mientras lo ayudaba cargando herramientas o pasándole bloques o ladrillos, le fue gustando este pesado trabajo.
Hoy, con su piel tostada por el sol y con sus manos un poco ásperas por trabajar con ladrillos, arena y cemento, dice con orgullo que gracias a este trabajo ayuda a que sus hijos cristalicen sus sueños estudiando la universidad.
Actualmente trabaja en la construcción de dos baños en la 15 de Abril y en La Aurora.
Es oficial de albañilería desde el 2017, cuando empezó junto a su esposo y sus hijos a levantar las paredes de su nueva casa, pues la que tenían en La Revancha se les cayó en el terremoto del 2016, contó.
Hoy en día Nancy ya sabe colocar bloques, enlucir, poner granito y hasta pegar cerámica, esto último es lo que más le gusta.
Mientras en su rostro se dibuja una sonrisa, dice que hacer esto es como armar un rompecabezas; lo disfruta mucho.
Cuando su esposo no tiene grandes contrataciones, Nancy cuida carros en los exteriores de un restaurante en la ciudadela Circunvalación.
Nancy se capacita
Nancy asegura que no es ninguna improvisada, porque incluso ha afianzado sus conocimientos gracias a varios cursos organizados por empresas constructoras, en los que también han participado sus hijas.
Por ejemplo, la mayor, llamada Yuliana, estudia la carrera de Ingeniería Forestal en la Unesum (Jipijapa), y Yuletxi sigue Agroindustria en la Uleam; el otro hijo se graduará de bachiller este año, y la menor aún está en escuela.
Los tres mayores también ayudan a sus padres en trabajos de albañilería.
Al principio, Nancy reconoce que sí le daba vergüenza trabajar en este oficio. Hasta que una vez en un trabajo los amigos de su esposo dijeron que ella no podría con un saco de cemento, y él les respondió que, así como la veían, su esposa era capaz y hasta tenía más fuerza que algunos de ellos, relató.
“Todavía hay personas que no creen que yo pueda levantar un saco de cemento”, dijo entre risas y mostrando sus brazos.
A pesar de que le apasiona su trabajo, admite que mezclar concreto ha sido lo más pesado en su oficio de albañil. “Especialmente cuando no tenemos para alquilar una concretera, porque debemos hacerlo a pulso”, dijo.
Aunque el esposo de Nancy es el maestro de la obra, ella cobra sus días de trabajo como cualquier albañil del grupo.
Por un día de trabajo le pagan 20 dólares, mientras que un maestro cobra de 30 a 40 dólares por día de trabajo, indicó.
Hizo su casa
La casa de Nancy y su familia ha sido construida por ella y los suyos. Hace un año empezaron a levantar las primeras paredes, ya que inicialmente era de caña.
Sin embargo, por falta de dinero no está concluida, pero las paredes de bloques han sido levantadas por ellos mismos.
Anhela terminarla pronto, al igual que las casas que construye junto a su marido, pero por ahora la prioridad es apoyar a sus hijos en sus estudios.
Solo para una de sus hijas debe destinar cada mes alrededor de 200 dólares, ya que estudia en Jipijapa.
Yuliana Laz Cabeza tiene 22 años, y, al igual que su madre, trabaja como oficial de albañil cuando su tiempo y los estudios se lo permiten.
Asegura que sabe de fachadas, armado de columnas, plintos y hasta pegar cerámica en baños. Hizo un curso gratuito de cuatro meses sobre albañilería.