Nadia Lauricella, es italiana, tiene 31 años y nació sin brazos y con unja de sus piernas parcialmente desarrollada. Todo esto debido a la focomelia. Ella ha transformado su discapacidad en una fuente de inspiración para millones. Desde su pueblo en Sicilia, comparte su vida en redes sociales. Allí acumula 1,8 millones de seguidores en TikTok y más de 150 mil en Instagram, promoviendo la inclusión y la accesibilidad para personas con discapacidad.
La focomelia es una anomalía congénita rara donde la parte proximal de una extremidad (húmero o fémur) está ausente. O sea no hay unión con la mano o el pie directamente unida al tronco. Nadia Lauricella, aprendió desde niña a usar sus pies como manos, enfrentó numerosos retos para integrarse en un entorno poco adaptado. A los 24 años, decidió usar una pierna protésica, lo que le permitió caminar.
Nadia Lauricella comparte su vida diaria
Aquello le permitió también abrirse a nuevas oportunidades como practicar deportes y ganar autonomía. “Por fin pude caminar. A partir de ahí, se me abrieron muchas oportunidades», relató. Pese a graduarse en servicios sociales, Lauricella encontró oportunidades profesionales limitadas debido a su discapacidad. “Las puertas del mundo laboral no se abrieron para mí. Pero forjé mi propia profesión”, declaró a La Repubblica.
Inspirada por figuras como Bebe Vio, esgrimista paralímpica italiana e influencer, Lauricella recurrió a las redes sociales. Allí comparte su vida diaria, su pasión por el fitness, el maquillaje y las motocicletas, y su defensa de la accesibilidad. Su contenido tiene una gran repercusión, mostrando su resiliencia y una actitud positiva.
En TikTok e Instagram, pública sobre cómo superar desafíos, desde maquillarse con los pies hasta conducir motocicletas. Su autenticidad la ha convertido en un modelo a seguir, especialmente para las personas con discapacidad, ya que demuestra que las limitaciones se pueden redefinir. “Solo quienes sueñan aprenden a volar, y yo siempre he creído en mis sueños”, compartió, reflejando su filosofía.
Ha enfrentado barreras físicas
Más allá de su presencia en línea, Nadia Lauricella es vicepresidenta de Motorlife, una asociación que permite a las personas con discapacidad conducir motocicletas. Destaca los beneficios terapéuticos de la «mototerapia» para niños con autismo, señalando: «Es libertad, concentración y diversión, algo de lo que carecen muchos niños con discapacidad«, según Orizzonte Scuola Notizie.
La trayectoria de Nadia Lauricella comenzó en un pequeño pueblo siciliano. Allí se enfrentó al escepticismo social y a las barreras físicas. Inicialmente reacia a usar prótesis, su decisión de aceptarlas marcó un punto de inflexión, permitiendo practicar deportes e incluso usar tacones. Sin embargo, las actitudes sociales representaron un desafío mayor. «Caminé por las calles llenas de baches de mi pueblo bajo miradas incrédulas», recordó.
Lauricella ha forjado su propio camino
Su defensa se basa en su experiencia personal y una visión más amplia de cambio. Trabaja por un mejor acceso a oportunidades recreativas y profesionales para las personas con discapacidad, enfatizando que la inclusión requiere acciones tangibles, no solo palabras. Su influencia evoca la de Bebe Vio, cuyo éxito en el deporte y los medios de comunicación inspiró a Lauricella a forjar su propio camino.
De cara al futuro, Lauricella aspira a lanzar una línea de maquillaje, establecer un centro de rehabilitación y encontrar una pareja. Su historia subraya el poder de la resiliencia y la visibilidad para desafiar los estereotipos. Al compartir su vida en línea, no solo construye una comunidad, sino que también amplifica el llamado a un mundo más inclusivo.
Su trabajo con Motorlife ha tenido un impacto especial en niños con autismo, ofreciéndoles experiencias que fomentan la alegría y la participación. Nadia Lauricella mantiene su compromiso de demostrar que la discapacidad no define el potencial. Su mensaje de empoderamiento llega a una audiencia global, demostrando que las barreras, cuando se enfrentan con determinación, pueden convertirse en peldaños para el progreso.