Willian Pacho, defensa ecuatoriano, conquistó la UEFA Champions League 2025 con el PSG el 31 de mayo en Múnich, homenajeando a su madre. Su actuación anuló a delanteros como Lautaro Martínez y Marcus Thuram, marcando un hito histórico.
Un defensa firme y clave para el PSG
En el césped del Allianz Arena, Willian Pacho, con el número 51 en su espalda, corrió tras cada balón como si persiguiera un sueño. No era solo una final de la Champions League. Era un tributo. Su madre, fallecida a los 51 años, lo inspiró desde el cielo. El defensor había dicho que el recuerdo de su mamá lo acompañará e inspirará.
A los 23 años, el nacido en Quinindé, Ecuador, se convirtió en el primer ecuatoriano en ganar la Champions, superando el legado de Antonio Valencia, quien llegó a la final en 2011 pero no la levantó. Frente al Inter de Milán, Pacho no solo defendió. Enseñó que el fútbol es más que un negocio. Es pasión, lecciones de vida, amor filial.
Pacho, titular indiscutible del Paris Saint-Germain, enfrentó a dos titanes: Lautaro Martínez y Marcus Thuram, quienes firmaron con los italianos una gran temporada. Su misión era clara: neutralizarlos. Y lo logró. Con Marquinhos, su compañero en la zaga, formó un muro infranqueable.
Un defensa con alma de guerrero
La final del 31 de mayo de 2025 no fue solo un partido. Fue una cátedra de Pacho. Firme en el aire, seguro en el césped, impecable en la salida. Anticipó cada movimiento de Thuram, impidiéndole girar. “Prácticamente nunca lo dejó libre”, destacaron los analistas. Contra Martínez, su concentración fue quirúrgica. El argentino, estrella del Inter, apenas tocó el balón.
Diego La Torre, comentarista de ESPN comentó que tanto Marquinhos como Pacho, no serán portada, pero su desempeño fue clave.
Pacho cometió solo dos faltas tácticas, lejos del área, mostrando inteligencia. Junto a Marquinhos, coordinó achiques perfectos, dejando en fuera de juego a los delanteros del Inter, que lucieron su equipación amarilla. Su aporte no terminó ahí. En el segundo gol del PSG, su salida limpia desde atrás fue clave.
El fútbol, para Pacho, es un lenguaje universal. Cada pase, cada cruce, llevaba el peso de su historia. La pérdida de su madre lo marcó. Por eso eligió el número 51. “Es mi homenaje a ella”, afirmó en una entrevista previa. En Múnich, su madre estuvo presente en cada zancada.
Lecciones del césped
El fútbol no solo coronó a Pacho. Le dio un escenario para honrar a su madre. Cada duelo ganado, cada balón recuperado, fue un grito de amor. En el Allianz Arena, con 75.000 espectadores, Pacho jugó para ella. Para él. Para su equipo. Para Ecuador.
El silbato final marcó el triunfo del PSG 5-0 sobre el Inter. Pero también el de un joven que transformó el dolor en gloria. El fútbol, más que un deporte, es una escuela de vida. Pacho lo demostró. Su número 51 brillará por siempre, como ya lo hace él.