Niños con cáncer cumplen el sueño de volar en avión y de conocer el mar



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Kevin sólo había visto el mar en fotos, hasta ayer que lo conoció por primera vez.

Este adolescente de 15 años y originario de Riobamba, desde hace siete años padece de un tumor llamado sarcoma sinovial monofásico y llegó a Manta traído por la Fundación Cecilia Rivadeneira, de Quito.

A su arribo a la playa San Mateo compartió un desayuno en el buque Azart y no dejaba de reír y de agradecer además por la experiencia de volar por primera vez en avión desde Quito a Manta.

Cerca de él también estaba Abigail, de 13 años y oriunda de Quito.

Ella padece hepatoblastoma, un cáncer al hígado que solamente da a niños menores de tres años, pero a ella le dio a los 9 y no se explica por qué.

Aunque ya terminó su tratamiento sigue en los controles y ayer fue una de los diez niños beneficiados con vivir una nueva experiencia.

Para Abigail, su primera vez volando en un avión le significó un poco de miedo, pero luego se calmó y se maravilló con los paisajes que vio durante el trayecto, dijo.

“Quisiera que más niños tengan esta oportunidad y sientan el calorcito frente a la playa”, agregó.

Paz Obando, coordinadora nacional de familias de la Fundación Cecilia Rivadeneira, que hizo posible este sueño, expresó que fueron diez niños con cáncer quienes volaron por primera vez en avión y conocieron el mar.

“Esto es parte del programa Cumpliendo Sueños, que ofrece experiencias a los niños y alejarlos un momento de todo lo que tiene que ver con la enfermedad y darles una esperanza de vida”, apuntó.

Obando puntualizó que este es el único programa específico que es para niños con cáncer.

20 años cumpliendo sueños

La Fundación Cecilia Rivadeneira trabaja a nivel nacional y da atención a alrededor de 1.300 niños con cáncer. Esta vez vinieron a Manta niños de ciudades como Ibarra, Riobamba y Quito.

La fundación tiene 20 años de creación y trabaja con niños y adolescentes con cáncer y sus familias, en la búsqueda de mejorar su calidad de vida.

Su creador es Wilson Merino y debe el nombre a Cecilia Rivadeneira, su madre, quien tuvo un cáncer cerebral.

“Cuando ella estaba en el hospital, Wilson vio de cerca la situación de los niños y decidió crear la fundación en honor a su madre”, relató Obando.

La organización se autofinancia, recibe aporte de amigos y empresas aliadas.

El vuelo de ayer para que los niños conozcan el mar fue gracias a la aerolínea Latam, que costeó los pasajes de los niños, por ejemplo.