Hace 114 años, el 24 de julio de 1911, el explorador estadounidense Hiram Bingham descubrió Machu Picchu, la icónica ciudad inca. A este complejo se lo declaró una de las siete maravillas del mundo moderno. La expedición de Hiram Bingham marcó la historia arqueológica. El hallazgo, realizado en las alturas de la región de Cusco, Perú, reveló al mundo una joya del Imperio Inca, construida en el siglo XV y oculta durante siglos.
Hiram Bingham, profesor de historia de la Universidad de Yale, lideró una expedición financiada por la National Geographic Society y la propia universidad. El objetivo era explorar ruinas incas en el Valle del Urubamba. Llegó acompañado por un equipo de arqueólogos, topógrafos y un guía local, Melchor Arteaga. El estadounidense llegó a Machu Picchu tras seguir pistas de pobladores locales.
Objetos históricos regresaron a Machu Picchu
Estos locales lo condujeron a una ciudadela cubierta por la vegetación en la ladera del cerro Machu Picchu, a 2,430 metros sobre el nivel del mar. El descubrimiento se produjo tras semanas de exploración en condiciones difíciles y lluvias constantes. La ciudadela, construida alrededor del año 1450 bajo el reinado del inca Pachacútec, estaba intacta. Contaba con templos, terrazas agrícolas y residencias de piedra perfectamente ensambladas.
Bingham documentó más de 170 estructuras, destacando el Templo del Sol y la Piedra Intihuatana, un reloj solar de precisión. Según los registros de la expedición, el sitio estaba abandonado desde la conquista española en el siglo XVI, lo que preservó su estado. Entre 1912 y 1915, Bingham regresó para excavar y trasladar miles de artefactos a Yale. Ese hecho generó controversias posteriores sobre la repatriación de estos objetos, devueltos parcialmente a Perú en 2011.
Millones de visitantes cada año
El descubrimiento de Machu Picchu, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, impulsó el turismo y los estudios sobre la civilización inca. Actualmente, recibe hasta 2,500 visitantes diarios, regulados para proteger su conservación. La expedición de Bingham no sólo desveló un sitio arqueológico único. También abrió debates sobre la preservación del patrimonio cultural y el impacto del turismo en sitios históricos.
El hallazgo, publicado por National Geographic en 1913, consolidó a Machu Picchu como un ícono global, atrayendo a millones de visitantes y estudiosos interesados en la riqueza cultural del Imperio Inca. Tras la Segunda Guerra Mundial, Bingham escribió el libro La ciudad perdida de los incas, dedicado a su esposa Suzanne, transcurridos treinta y siete años de su visita al lugar.
A los 73 años de edad, en 1948, el historiador estuvo por última vez a Machu Picchu e inauguró la carretera Hiram Bingham. Esto entre el llamado Puente Ruinas sobre el río Vilcanota y la entrada a la ciudad de Machu Picchu. Ocho años más tarde, el 6 de junio de 1956, falleció y fue enterrado con honores militares en el cementerio militar estadounidense de Arlington.