El silencio inesperado de la Generación Z: ¿Por qué están publicando menos en redes sociales?

Una encuesta reciente revela que un tercio de los usuarios publica menos, marcando un cambio crucial en el uso de redes sociales.

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Hay quienes han dejado de publicar contenido en redes sociales. (Imagen creada en inteligencia artificial).
Hay quienes han dejado de publicar contenido en redes sociales. (Imagen creada en inteligencia artificial).
Hay quienes han dejado de publicar contenido en redes sociales. (Imagen creada en inteligencia artificial).
Hay quienes han dejado de publicar contenido en redes sociales. (Imagen creada en inteligencia artificial).

Redacción

Redacción ED.

Una reciente encuesta ha puesto de manifiesto una tendencia creciente entre los usuarios de redes sociales de reducir significativamente la frecuencia de sus publicaciones personales. Este fenómeno, observado a lo largo del último año, es particularmente pronunciado entre los adultos de la Generación Z, quienes parecen estar reevaluando el valor de compartir sus vidas en plataformas que cada vez se asemejan más a medios de consumo pasivo, según análisis de expertos como el escritor Kyle Chayka.

Tras dos décadas de expansión en el intercambio de contenido digital, una nueva encuesta indica un cambio fundamental en el comportamiento de los usuarios. Aproximadamente un tercio de todos los usuarios de redes sociales publican menos que hace un año, una tendencia especialmente marcada en la Generación Z.

Generalmente, se considera que la la Generación Z abarca a las personas nacidas desde mediados de la década de 1990 hasta finales de la década de 2000. Son considerados nativos digitales, ya que han crecido en un mundo completamente inmerso en la tecnología y el internet. 

La interacción en las redes sociales

Este fenómeno sugiere una reevaluación del propósito de las plataformas digitales. La interacción que antes era eminentemente social, centrada en la vida de amigos y conocidos, está siendo desplazada por un volumen creciente de contenido profesionalizado, publicitario y de aspiración de estilo de vida.

Kyle Chayka, redactor de The New Yorker y autor de «El mundo filtrado: cómo los algoritmos han aplanado la cultura», ha acuñado el término «publicar cero» para describir esta trayectoria. Se refiere a un punto en el que la gente común y corriente percibe que el esfuerzo de compartir sus vidas en el entorno digital ya no compensa los beneficios, dadas las dinámicas actuales de las plataformas.

Chayka observa que las redes sociales, en lugar de reflejar la vida social de los usuarios, se han transformado en una especie de «contenido» curado, dominado por marcas, influencers y algoritmos complejos que priorizan la visualización pasiva.

Este giro se atribuye, en parte, a la evolución de las propias plataformas. TikTok e Instagram, por ejemplo, han optimizado sus algoritmos para ofrecer un flujo constante de videos verticales y contenido generado algorítmicamente, señala en experto en una entrevista en la BBC.

Esta orientación hacia el consumo pasivo de medios diluye el aspecto social que inicialmente definía estas plataformas, convirtiéndolas en espacios más parecidos a la televisión, donde la publicidad y el contenido aspiracional prevalecen sobre las interacciones personales.

El enfoque en la monetización y la IA

La transformación de las redes sociales en plataformas de consumo pasivo se alinea con los intereses económicos de las empresas que las gestionan. Los anunciantes son, para estas compañías, los clientes principales. Mientras los usuarios sigan consumiendo contenido, aunque sea de forma pasiva, el modelo de negocio basado en la publicidad permanece viable. Este enfoque mercantilista lleva a las plataformas a priorizar contenido que maximice el tiempo de pantalla y la exposición a anuncios.

Además, existe una creciente apuesta por el contenido generado por inteligencia artificial (IA). Plataformas como Meta ya están orientando sus feeds de Facebook e Instagram hacia este tipo de contenido. La IA ofrece la ventaja de generar un volumen infinito y de bajo costo de material, lo cual, si bien puede mantener a los usuarios enganchados, plantea preguntas sobre la autenticidad y el significado de la interacción en línea. La proliferación de contenido de IA podría acelerar el declive de la publicación orgánica y la interacción genuina, señala Kyle Chayka.

Este cambio hacia un modelo de negocio centrado en la monetización y la IA sugiere que, a pesar de la disminución en las publicaciones personales, las plataformas no perciben una amenaza inminente a su viabilidad económica. Su objetivo principal es mantener a los usuarios involucrados, independientemente de si esa involucración proviene de la creación o del consumo pasivo de contenido.

El retorno a la privacidad y la interacción íntima

Aunque el volumen de publicaciones públicas disminuye, la necesidad humana de conexión digital no desaparece; simplemente se transforma. Estudios recientes, como uno que indica un menor número de publicaciones en TikTok, sugieren que el intercambio personal está migrando hacia espacios más privados. Los mensajes directos (MD) y las conversaciones individuales o grupales con amigos y familiares se están convirtiendo en los canales preferidos para la interacción social.

Esta tendencia refleja un aprendizaje por parte de los usuarios, especialmente las generaciones más jóvenes, sobre las desventajas de la exposición pública excesiva. Casos de humillación pública o situaciones embarazosas que se vuelven virales han puesto de manifiesto los riesgos de compartir la vida privada en una esfera tan amplia. El «contrato social» de las redes sociales ha cambiado: la recompensa de una audiencia masiva por compartir contenido ya no compensa los riesgos para aquellos que no buscan convertirse en influencers.

Formas más íntimas

El futuro de la interacción digital, por lo tanto, parece dirigirse hacia formas más íntimas y privadas de conexión en línea. Es posible que surjan nuevas aplicaciones o versiones ampliadas de plataformas existentes, como WhatsApp, para satisfacer esta necesidad de redes sociales virtuales que prioricen la privacidad, indica Chayka.

Este cambio podría significar un alejamiento de la adicción a la validación pública y un reencuentro con el valor de las interacciones en la vida real. La distracción digital persistirá, pero su naturaleza será menos pública y, quizás, menos perjudicial en términos de exposición personal. (10).

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